Sin inversión no hay ganancia
Esperamos sentados en el sofá que nuestros deseos o nuestras inquietudes se vean realizados sólo pensando en ellos, llegando en la mayoría de los casos a que esperamos sin tener frutos y nunca nos llega la duda de que quizás no hay que esperar si no más bien buscar la suerte, invertir en esos deseos que queremos hacer realidad y por los que habría que emplear algo más que nuestro tiempo.
Y probablemente no paramos de desear o querer, de querer tener trabajo, deseamos tener algo, queremos que nos toque la lotería, deseamos lo que pensamos que nunca tendremos, pensamos en ser mejores, queremos ser y no nos damos cuenta de lo que somos ... somos otro más y así esperamos nada.
Y evidentemente, si no sembramos no recogemos frutos, si deseamos ser queridos o incluso amados tendremos que querer o amar nosotros antes, si queremos lealtad habrá que ser leales, recibir esa invitación o ese halago nos costará algo ... y nunca el dinero fue tan insignificante cuando de invertir se trata, de invertir cualitativamente, de invertir en ser, en estar, en ir, en volver y no dejarse llevar por ese halo de insensibilidad propia del que nada quiere, del que nada le importa ...
Lo que vemos tan lejos de nuestro alcance con un gesto podemos tenerlo en nuestras manos, sólo hay que querer hacer, hay que invertir en conseguirlo ...
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