Las matemáticas de la vida
Vivir de forma sobresaliente sólo está al alcance de unos pocos.
Si hablásemos desde un punto de vista matemático, aprobarán la vida todos aquellos seres que estudian y razonan la vida, que se empeñan en darle solución a los problemas, porque en la vida nada tiende a infinito, de una manera u otra todo tiene solución.
No todos los cálculos y planteamientos tendrán el resultado esperado. La vida no es una ciencia exacta, la vida podría no entender de matemáticas, pero tiene cosas en común.
Como una incógnita matemática pueden aparecer durante nuestra vida infinidad de cuestiones que nos hagan plantearnos un por qué, un cómo. Las incógnitas que van apareciendo tendrán una solución del tipo "infinito", que llamaremos "tiempo". Sólo el tiempo solucionará aquello que hoy parece irresoluble.
Esas ecuaciones de la vida en las que planteamos "si hago esto y voy por aquí ... tengo que tener este resultado". Puede ser, o no. Porque no todo depende de uno mismo, los demás también cuentan a la de hora de resolver una ecuación de la vida.
Digamos que la vida está rodeada de matemáticas: estudios, ingeniería, dinero, sueldos, hipotecas, intereses, coches, ..., pero las personas, aunque no lo creamos, somos matemáticas. Cada una de las personas que componemos el mundo somos un problema, una ecuación matemática.
Si tiro por aquí ... tengo que salir a aquí. Si amo de esta manera debo ser recompensado. Si como ... engordo. Si hablo más de la cuenta, me da error. Si intento ayudar sin pedir nada a cambio ...
Si de ciencia cierta hablásemos, sólo podemos describir, criticar o calificar a una persona si la conociéramos a la perfección. No pasa nada si calificamos a la gente sin conocerla. Lo único que puede pasar es que al emitir una solución sobre esa persona nos equivoquemos, sólo eso.
Sabemos que uno más uno son dos si hablamos de matemáticas. En la vida real no es así, unas veces encuentras a tu pareja ideal y se suma, otras tu pareja te resta, no hace de ti esa persona que eres y por lo tanto no suma.
Cuántas veces decimos "... yo ya he hecho lo que tenía que hacer, ahora ..." Efectivamente, si no todo depende de ti, no puedes resolver. No sabes el valor de esa incógnita.
Es como esa fracción, llámese persona, que se simplifica y se simplifica hasta tener un valor casi absurdo. En principio puede parecer una fracción del tipo 348.754/1.395.016, que al fin y al cabo es un cuarto. No llega ni a la mitad de un ser, de ser algo (o alguien).
Tener una vida completa es más que difícil, unas veces sumamos y otras restamos, multiplicamos o dividimos, vivimos constantemente buscando esa incógnita que nos hace falta para realizarnos, para obtener un resultado concreto de cómo vivir, de cómo buscar la felicidad.
Hay quien sólo concibe la idea de que una pareja ha de sumar siempre o, más bien, que no puede restar, es decir, que una separación o divorcio no entra dentro de los planes de determinadas parejas cuando la suma es imposible, cuando uno más uno no son dos.
Nuestra vida en sí es un problema. De nosotros depende darle solución o dejar las incógnitas sin resolver ...
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