Las formas de ser (inútiles)
Todo el mundo tiene cabida en la sociedad actual, hasta la persona que aporta menos tiene su sitio. Esta, la que menos aporta, no necesariamente tiene que ser alguien ilógico o inadmisible, no, simplemente no quiere aportar, posiblemente sólo quiere recibir.
Y en este preciso momento, en el que todo el mundo se cree merecedor de unas condiciones de vida imposibles por la situación que estamos viviendo, esas personas ilógicas reclaman esas condiciones como si fueran a perder por ello el futuro.
Ya dije que la solidaridad desapareció, que el mundo altruista dejó de existir, que la vida volvió a empezar con unas condiciones diferentes, pero la gente absurda sigue reclamando unas mejores condiciones.
La gente incoherente espera una respuesta ajena para dar la suya, porque dependiendo lo que respondan responderán ellas.
A las personas que todo les parece bien, nunca discuten, nunca reclaman, simplemente se dedican a no "levantar la voz" exigiendo lo exigible, discutiendo lo discutible.
A quien azuza o incita a que esas personas vacías para que protesten por lo que a ellas les interesa, sembrando el odio o la venganza, distribuyendo bulos o maldad. Por lo mismo, a las personas que se dejan incitar, demostrando que sólo pueden servir para eso, porque no quisieron formarse como personas sensatas.
Las personas que aparecen para nada, porque no era el momento, porque no dijeron algo constructivo o, simplemente, porque porque su aparición era innecesaria y aún así quisieron aparecer, para demostrar como digo nada y, al ver su nula aportación, desaparecen sin que se les eche de menos.
A quien dice lo que quiere oír esa gente que espera un comentario que les alivie su preocupación, aunque sea mentira, aunque su condición de borrego siga siendo la misma, pero más tranquila.
Al cordero que no dice nada, porque no sabe qué decir, porque no sabe si estará bien lo que dice o no, porque no sabe decir ni transmitir, por lo que ha de volver al rebaño y callar, que así es como está a gusto.
A quien desoye las advertencias y obligaciones actuando de forma irresponsable.
A las personas que le valen más mil amigos virtuales que dos reales, porque su dignidad se perdió cuando ellas, sin hacer nada, perdieron el respeto social e individual, y ya nada fue igual.
Esa gente que nunca se pregunta un por qué, que siempre van en la dirección que les indica la sociedad.
Y claro, de la sociedad vacía pasamos a la individualidad egoísta, creyendo que el mundo ha de mirarnos constantemente, aunque no hagamos nada, aunque la situación se nos vuelva en contra el mundo debería tratarnos como creemos que nos merecemos, porque el mundo empieza y acaba en nosotros, porque el mundo debe solucionar nuestros problemas.
Estas formas de ser demuestran la trivialidad de las personas ante un problema social, casi nunca aportamos pero casi siempre reclamamos, pero eso sí, que el mundo se vaya a pique, nos da igual, pero que a nosotros se nos respete.
Todas las desgracias de las personas comunes provienen de no hablar, de no decir, de no ser.
"Aquel que desea pero no obra, engendra la peste". William Blake
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