El Punto Intermedio

O somos de todo o de nada, de blanco o de negro, del Madrid o del Barcelona, de España o de Cataluña, de Messi o de Cristiano, ... Mis intereses, por los cuales vivo y muero, no me ayudan en nada cuando no consigo entender que hay otros intereses, los de los demás, válidos también y que puedo, al menos, comprender que forman parte de todo, y no de nada.

El mundo no puedo ser sólo yo, o yo, mi pareja y mis hijos. Si acaso mis padres y mis hermanos. No, no puede ser que el mundo gire en torno a mi y no yo en torno al mundo.

Nos podemos escudar ante cualquier cosa por nuestro extremismo en cuestiones personales. Quiero decir, no vale defender determinadas características de nuestra persona aunque sepamos que no estamos haciendo lo "correcto", sí, entre comillas, porque cada uno pensará que hace lo correcto sin analizar qué está haciendo y cómo lo está haciendo. Tenemos que tener la coherencia sensata de distinguir lo bueno de lo malo, lo correcto de lo incorrecto, ya digo, independientemente de que vaya a nuestro favor o en nuestra contra.


Hay ejemplos que pueden demostrar que hay que buscar en nuestra vida ese punto intermedio que nos ayude a mejorar y no a estancarnos esperando a mañana y a las consecuencias de no hacer nada (o de hacer mucho).. Por ejemplo, ante el comentario de "no me gusta el deporte", ¿estamos excusados para no practicarlo? "Cedo ante cualquier problema". ¿Es el camino correcto? "Mis excusas me sirven para todo" ¿Son creíbles?
Ya digo, a excepción de que nos vayamos a vivir a una isla desierta, formamos parte de una sociedad, nos guste o no, en la que hemos de participar porque de no hacerlo, perderemos. ¿El qué? No sé, básicamente valor personal. Podemos perder cariño, de nuestros hijos o de nuestra pareja, podemos perder carisma, podemos dejar de ser esa persona en quien alguna vez alguien creyó.
Tampoco podemos delimitar nuestro mundo a aquello que nos guste, es decir, no dejar entrar en él a todo aquello que nos pueda aportar algo aunque creamos que nunca lo hará.
A mi personalmente la sociedad no me gusta, me huele mal, es interesada y envidiosa pero ... formo parte de ella y siempre recibiré respuestas por su parte, unas me gustarán y otras no. Otras veces seré yo quien emita respuestas y a la gente les gustará o no.
Si pierdo no puede ser siempre culpa de los demás. Tengo que entender que alguna vez algo hice mal y, tras analizarlo, llegar a una conclusión.

La búsqueda de ese punto intermedio donde no creernos el centro del mundo y tener disposición a la solidaridad (humana, al menos) debe ser el punto de inflexión de cada uno de nosotros.
Es como esa batalla donde los bandos se sitúan uno enfrente del otro y hay que tener una conversación previa, una negociación que pueda evitar el conflicto. Se ha hecho en la mayoría de las guerras, pero, si tuviéramos que hacerlo nosotros, ¿lo haríamos? Seguramente no, nosotros más bien diríamos "que venga él".

¿De quién es la culpa? Quizás de nadie, quizás del mundo, quizás no haya culpa. Así es la vida, de perdedores ganando o de ganadores perdiendo. Nadie quedará indiferente, nadie que haga algo.

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