El afecto desinteresado

Si decimos que vivimos en una sociedad totalmente interesada (vale, tú no, los demás) lo decimos porque nos damos cuenta cada día que hay personas a las que creías auténticas y que cuando llega el momento en el que demuestren su autenticidad resulta que no eran eso que parecían. ¿Decepción o realidad?
Normalmente queremos por interés (iba a escribir amar, pero casi nadie sabe lo que es), y solemos demostrarlo justo en los momentos en los cuales hay que implicarse, entonces es cuando decimos ... "te quiero, pero es que ..." y todo se vuelve real (o decepcionante).

¿Por qué queremos a determinadas personas? ¿Por ser nuestra pareja? ¿Por ser nuestro amigo? ¿Por que son familia? No, las queremos (en este caso amamos, si es que es verdad) porque se lo han ganado, han conseguido por diferentes motivos que les tengamos un afecto especial. Y al igual que se obtiene ese afecto, se pierde. Podemos ganar o perder la estima de una persona.
La perdemos cuando hay interés, cuando llega el momento en el que esa persona se da cuenta que no era lo que parecíamos, que cuando llegó la hora de la verdad fuimos todo lo contrario a lo que esperaba, fuimos de mentira, fuimos falsos (o fuimos reales).

Nos ganamos el afecto cuando damos sin esperar nada a cambio, algo que, si estamos al lado de la persona a la que "amamos" se presupone fácil, pero por el contrario, nos costará la vida dar algo a quien no se lo merece, por lo que el interés se pierde.


Casi todo el mundo tiene un interés materialista o egoísta en sus relaciones. Esto es lo mismo que decir que casi todo el mundo desconoce el amor. Ambos "afectos" van íntimamente relacionados.
La independencia personal dejó de existir en el mismo momento que apareció la dependencia interesada, la unión materialista, el deseo repugnante. 
Cuando hay interés no hay amor, eso está claro. Una persona independiente, que viva sola, no le exige nada a nadie. Elabora su vida a su conveniencia: desayuna lo que quiere, cocina o compra comida precocinada, elige qué ropa comprarse o ponerse, elige el colchón donde dormirá, cuándo salir o entrar, cuándo ir o volver, con quién estar y, sobre todo, quién quiere ser. 
Cuando esta persona deja de ser "independiente" para convivir con una pareja, si hay amor, sigue igual, pero si se da cuenta de que esa relación no es lo que esperaba, va renunciando al poco amor que queda y se va volviendo interesada: este desayuno no me gusta, ¿esto es lo que hay de comer?, ¿esa ropa te vas a poner?, no tengo ganas de ir, ..., estoy harto. ¿Harto de qué?  
Harto de no ser tú. Te das cuenta que tu vida es otra más de tantas vidas absurdas que conoces y que nunca pensabas que la tuya sería otra de ellas. Pues sí, ha pasado un tiempo y lo que al principio era bonito ahora es un calvario. La razón es bien sencilla ... nunca amaste. 
Porque si renunciaste al amor es que nunca lo hubo por lo que tu vida empezó a ser interesada. El interés siempre va encaminado en buscar un sustituto al amor: dinero, salidas, broncas, comidas, favores, ... Ahora "amas" a alguien porque te interesa, porque te pone de comer, porque te compra la ropa, porque echas polvos de vez en cuando, porque se lleva a los niños un rato, porque lleva dinero a casa, porque plancha, ..., porque algún día se terminarán los porqués y te quedarás vacío y ya será tarde.

Porque el afecto ha de ser desinteresado, porque así se demostrará su verdadero valor, ese que no espera nada a cambio, ese que dice algo bonito o coherente sin esperar respuesta. Porque el ser humano puede ser generoso, puede ser honrado, puede hacer feliz dando algo sin tener de todo.

"La amistad comienza donde termina o cuando concluye el interés". (Cicerón)

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