Las guerras vanas
Normalmente luchamos por algo y aunque no nos guste entrar en determinadas "guerras" a veces hay que batallar. Pero en la mayoría de ellos la mejor forma de ganar la guerra quizás sea el no pelear.
Y ¿cuándo no se entra en una guerra? Creo que no es tan complicado verlo. Darnos cuenta de que nuestro contrincante nunca razonará es motivo suficiente para no entrar en batalla.
Batallas épicas aparte, la vida no es como la batalla de los bastardos de juego de tronos, ni la de Braveheart, no, las guerras en las que nos toca luchar son guerras más que resolubles antes de comenzarlas: no entrando y ya se habrá ganado más de la mitad.
La conciencia es algo que te hace recordar, pensar que quizás tengas que dar un paso y dependiendo si la conciencia es suficiente, darás o no ese paso. El que alguien que creas que tenga que dar ese paso y no lo dé no debe ser motivo de disputa, simplemente has de entender que no es el motivo, no la posible guerra, no, es la persona. Nunca valdrá la pena y, por lo tanto, entrar en guerra es vano.
Podríamos pensar que todas las guerras pueden no tener sentido porque siempre uno de los dos adversarios carece de razón aunque tenga razones para creer que la tiene, podría ser pero ...
¿Quién otorga la razón? Aunque las personas sepamos el por qué de una guerra, aunque sepamos las razones que han llevado a uno u otro contricante a apoderarse de las pruebas que le den la victoria, aunque sepamos la realidad no somos jueces del destino final de un conflicto. Los rivales de una guerra pueden verse ambos vencedores al entender que la misma ha finalizado sin que nadie les haya dado la razón pero hay un juez único, inapelable, capacitado para dar la victoria ... aunque sea tarde, y es el tiempo.
Siempre estará el "enemigo" que recula tras el paso del tiempo, si no tiene conciencia y raciocinio cederá tras escuchar los consejos del mundo racional. Ese "enemigo" otrora insensible e insensato, muestra sensibilidad y sensatez con la madurez que le ha dado el tiempo, entendiendo que aquella persona con la que luchó siguió siendo la misma con el paso del tiempo, con sus virtudes y sus defectos.
El entrar en determinadas batallas depende de cada persona y de su inteligencia. No creo que una guerra tenga alguna vez una justificación cuando se tiene inteligencia. Las guerras, por tanto, es de memos inmaduros que buscan la inteligencia que les haga triunfar llenando las guerras vanas de un carente sentido.
Podríamos pensar que todas las guerras pueden no tener sentido porque siempre uno de los dos adversarios carece de razón aunque tenga razones para creer que la tiene, podría ser pero ...
¿Quién otorga la razón? Aunque las personas sepamos el por qué de una guerra, aunque sepamos las razones que han llevado a uno u otro contricante a apoderarse de las pruebas que le den la victoria, aunque sepamos la realidad no somos jueces del destino final de un conflicto. Los rivales de una guerra pueden verse ambos vencedores al entender que la misma ha finalizado sin que nadie les haya dado la razón pero hay un juez único, inapelable, capacitado para dar la victoria ... aunque sea tarde, y es el tiempo.
Siempre estará el "enemigo" que recula tras el paso del tiempo, si no tiene conciencia y raciocinio cederá tras escuchar los consejos del mundo racional. Ese "enemigo" otrora insensible e insensato, muestra sensibilidad y sensatez con la madurez que le ha dado el tiempo, entendiendo que aquella persona con la que luchó siguió siendo la misma con el paso del tiempo, con sus virtudes y sus defectos.
El entrar en determinadas batallas depende de cada persona y de su inteligencia. No creo que una guerra tenga alguna vez una justificación cuando se tiene inteligencia. Las guerras, por tanto, es de memos inmaduros que buscan la inteligencia que les haga triunfar llenando las guerras vanas de un carente sentido.
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