El sonido de la cotidianidad
Cada día repetimos nuestras rutinas que nos hacen comprobar lo cotidianos que somos, insípidos de vida y orgullosos de nuestras reiteraciones diarias.
Quizás, y dentro de un ordenado plan diario, nuestras habituales costumbres de cada día muestran unas repeticiones propias de una máquina insensible. Despertador, levántate, aseo y camino hacia el trabajo, ficha, desayuno, continúa con el trabajo, vuelta a casa, come, ¿descansa?, más trabajo, vuelve al ¿hogar?, ducha y prácticamente ... a la cama y ¿a dormir?
Reconozcámoslo, a la mayoría nos gusta esta cotidianidad, porque si os fijáis, no hay responsabilidad en ella, bueno, ir al trabajo (el que lo tenga). Nuestra mayor responsabilidad es precisamente tener día a día esa estéril rutina.
Los sonidos que emanan de esas repeticiones diarias son básicamente onomatopeyas como "puff", "uaa" o "mmm" y algún que otro saludo, por ejemplo cuando nuestra educación emite un "buenos días" o algo parecido. También sonidos de acciones: caminar, comer y el agua al caer de la ducha. Sonidos incapaces de crear sentimientos propios de la raza humana y, lo peor, es que nos conformamos con ellos. Si todos los días vamos a tomar un café a un bar acabamos diciendo "lo de siempre" y así terminamos antes. Después de esto vendrá la pregunta del camarero "¿lo de siempre?" y con un simple "sí" habremos terminado. "Hasta mañana".
¿Dónde quedaron las bonitas palabras? Nuestro razonamiento nos lleva a la hora de emitir un sonido algo más inteligente que los cotidianos a elegir unas simples preguntas: ¿para qué? ¿si ya lo sabe?
Con ellas buscamos esas excusas que nos liberen de plantearnos algo más que nuestra existencia. Es lo mismo que nuestra respuesta, la principal es "vale". ¿Cómo que "vale"? ¿Estás conforme con todo?
Hay vida más allá de lo frecuente. En todo momento puede haber una conversación espontánea y no rutinaria con tu pareja, con los compañeros del trabajo, con los amigos, con el del bar, ..., con todos podemos salir de la rutina y entablar cuestiones mucho más importantes que los saludos vanos y sin ganas que nos damos cada día.
Fijaros en el significado de la palabra "ordinario", por un lado un adjetivo que califica lo común, lo frecuente, lo habitual y por otro lado calificamos lo poco refinado o lo de mal gusto con esa misma palabra. Es así, lo frecuente se vuelve desmotivante, perdemos el interés por aquello que sucede cada día porque sí porque va dejándonos de interesar. Absolutamente todo, desde la pareja hasta el trabajo.
Por lo tanto, o llenamos esos sonidos de la cotidianidad de música, que convertirá esas rutinas en algo más que simples gestos o actos repetidos o cambiamos nuestra cotidianidad haciéndola silenciosa de forma absoluta o, si somos valientes, cambiando los sonidos de la misma por otros más agradables.
Oye ...
Oye ...
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