El lado bueno de las personas

Pîenso y creo que todas las personas tenemos algo bueno, un acto, un momento, un pensamiento al menos para creer que somos humanas. Hay que entender que es difícil en determinados momentos quedarte con las cositas buenas que tienen algunas personas en las que predominan las cositas no tan buenas. Es realmente complicado verle a esas personas su lado bueno cuando casi todo el tiempo se empeñan en complicar la vida, la suya y las de los demás.

Por el contrario, hay que ver objetivamente todo aquello que cada persona conlleva. Las malas tienen sus actos buenos y las buenas poseen ese lado oscuro.

O es que a nadie le ha pasado que cuando se cruza con una persona a la que no sabe si saludar o no, piensa, y concluye "si me saluda la saludo", pero, ¿y si la otra piensa lo mismo?
Inmediatamente, si no te saluda, piensas mal de esa persona. Y sólo ha hecho lo mismo que tú, no saludar. Pues así en todo. Hacemos cosas dejándonos llevar por lo que hacen los demás: si no me llaman, no llamo, si no me besan pues no beso, si me quieren, quiero, si no van ... pues yo tampoco.

Es como cuando alguien nos habla y nos habla mal de una persona que realmente no conocemos pero de la que pensamos que es mala persona porque nos lo han contado. Un buen periodista contrasta la información que le llega, por muy simple que le parezca la noticia. Imaginaros cuánto debe contrastar una persona acerca de otra.
¿Por qué dejarnos llevar por el lado malo? ¿Por qué no razonar y pensar primero en lo bueno?
Cuando tenemos una duda sobre la actitud de una persona hay que pensar primero en un porqué de su acto y pensar además que ese porqué sea una razón de peso o al menos coherente de esa acción.
¿Por qué normalmente pensamos mal? Porque somos lo que no queremos que sea la gente. En muchísimas ocasiones nuestro pronto no es otro que pensar mal porque no toleramos que la gente haga bien las cosas o tengan un motivo de peso para hacerlas de determinadas maneras.

Una persona comprensiva, tolerante, tiene la capacidad de entender que todo tiene un porqué, que no todo es lo que parece o que cada persona tiene razones para ser como es. No debemos pensar demasiado en los demás, debemos pensar en nosotros, en nuestro hacer, en nuestro entendimiento, en nuestra empatía.
Y hay que entender hasta las personas que no tienen razones para ser de una determinada forma. La soberbia, la ira o la envidia no tienen razones para ser adoptadas por las personas, sin embargo, abundan los seres que están poseídos por estos vicios. Y no hay otro remedio, ¿aceptar a estas personas? No tiene por que ser así, sabemos que las hay y aceptamos eso por lo que nos quedaremos con su lado bueno (si es que lo tienen).

El tema no es que las personas tengan o no un lado bueno, que seguro que todas lo tenemos. La cuestión es si lo sacamos a relucir, si además de hacer gala de tenerlo, lo enseñamos verdadera y bondadosamente. Si algún día podemos aportar un poquito de nosotros a la vida, hagámoslo, pero para sumar, no para restar.

Quedarte con tu lado malo es renunciar a la felicidad. Por el contrario, quedarte con los lados buenos te hará disfrutar, te hará creer, te hará feliz.