Tus ídolos también se equivocan

Como todo el mundo. Y hay veces que no rectifican, como casi todo el mundo.Y no hay que justificarlos.
Las personas solemos tener, o eso deberíamos, alguien en quien fijarnos, alguien a quien imitar, alguien que nos marque el camino, todo porque vemos en esa persona aquello que queremos ser, hacer o pensar. Y no está mal, siempre que tengamos nuestra personalidad definida y objetivamente independiente. Tener un referente de cualquier tipo es bueno, no es ser inferiores.

Quiero decir que hemos de ver los fallos en esas personas, porque también los tienen, como todo el mundo, reconocer que en algún momento en concreto no actuó bien, que aquello que dijo o hizo no es compartido por nosotros aunque sea la persona más admirada por nosotros.
Intentamos justificar a esas personas que entendemos que son un ejemplo a seguir cuando se equivocan y eso dice muy poco de nosotros.


Por lo tanto, aunque tengas en quien fijarte, sea tu padre, un personaje famoso o un superhéroe de ficción, has de tener en cuenta que debes de hacer lo que tú decidas, porque imitarlos puede salirte caro, porque puedes equivocarte porque hiciste lo que ellos hicieron y no te dejaste llevar por tu propia personalidad, te llevaste por la de ellos, y fallaste. Y si no viste el fallo en ellos tampoco lo verás en ti, que todavía es peor.

La literatura social está llena de frases célebres que pueden ser utilizadas por nosotros o no, porque realmente nunca las dijimos, pero nos llenaron de inspiración y nos sirvieron en un determinado momento. Todo se puede pedir prestado si es para una buena causa.
Presumir de lo que no se es o de lo que no se hace o se dice, aparte de una falta de personalidad alarmante, es demostrar a los demás, y no a ti, que el mundo no te necesita, porque no eres. Defender lo que tu ídolo dijo o hizo ciegamente, demuestra insensatez, inmadurez o incoherencia.

¿En quién creer? Si eres capaz de hacerlo en ti, adelante, si no, deja de creer ... todo es mentira.

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