Miedo al fracaso

Nos levantamos cada día, en condiciones normales de presión y temperatura, con ganas de demostrar a la gente que somos personas válidas, valientes, altruistas, capaces, singulares, ..., que somos personas sin miedo a nada, ni siquiera a ... ¿fracasar?

Porque no mostramos nuestro verdadero yo, porque no nos entregamos a la amistad verdadera, porque ocultamos nuestros fallos y errores, todo porque no queremos ser como somos cuando no somos como nos gustaría ser. Para ser más o menos importante en la vida de los demás, hemos de mostrar una valía para que los demás nos tengan respeto, consideración o admiración, incluso miedo como parte del respeto. No entendemos ser uno más aunque probablemente seamos parte de ese porcentaje tan alto que reúnen a las personas que solo son una mas.
Estamos de acuerdo en que hay que ser gente positiva, que hay que ser de tal manera que nadie perturbe nuestro bienestar, que aquellas personas desechables sean desechadas porque no nos valen, no nos aportan, pero, y nosotros, ¿aportamos?
Nuestro miedo a hacer el ridículo es el que hace que seamos tal y como somos, sin dar ese paso adelante que hay que dar, sin ser el primero en decir la verdad, mostrando nuestro yo sea cual fuere sin que la opinión de los demás nos perturbe. ¿Por qué no damos ese paso? Por los demás.


El fracaso puede venir dado por infinidad de motivos, desde un error insignificante hasta uno máximo, entendiendo que todos son subsanables y carentes de una importancia tal que dejemos de ser lo que somos, porque seremos siempre aquello que queramos ser y nunca lo que mostremos. Nuestras mentiras al final destacarán por encima de nuestras verdades y la gente, jueces de nuestros fracasos, comprobarán quiénes somos realmente.

Ninguna vida es más importante que otra, todo depende de cómo nos las tomemos, de dónde queramos llegar o con qué nos conformemos.
Si nos conformamos con la posibilidad de que el fracaso se apropie de determinadas conductas en nuestra persona no podemos temerle, si, por el contrario, lucharemos contra el fracaso en cada momento de nuestra existencia, asumiremos ese posible fracaso como un bache del que esperamos acordarnos la próxima vez, aprendiendo de él.

Sólo los cobardes tienen miedo al fracaso, que son los que no hacen nada, los que esperan, los que utilizan a los demás. Sólo los cobardes fracasarán, porque nunca aprenderán.
La gran diferencia de las personas radica entre quién tiene miedo al fracaso y quién al éxito, dependiendo qué busca cada una tendrá un valor como persona u otro.

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