La culpa, del otro

Casi siempre es así.
Tan simple somos que creemos que echándole la culpa a los demás, que tirando la piedra y escondiendo la mano, que señalando falsamente a una persona como causante de algo, ..., nos libraremos de todo y limpiaremos nuestra conciencia.
Ya está bien de no hacernos responsables de nuestros actos, más aun cuando conllevan una culpa, porque callándonos no solucionamos nada y, como digo, culpar a otra persona tampoco.
Recapacita, reflexiona sobre aquello por lo que te enfrentaste a alguien, entendiendo que, quizás, la culpa no es siempre de los demás y que, al menos, debes entender que error no fue cometido por la otra persona.

Rara vez asumimos la responsabilidad, sea del tipo que sea, así que imaginaros lo que sería para nosotros asumir una culpa. Nuestra simpleza humana nos lleva a ir en la dirección menos problemática posible. Creemos que siempre hay que echarse a un lado cuando las cosas se complican, creemos igualmente que cuando nos llamen diremos que no podemos ir, utilizaremos cualquier excusa para limpiar nuestra conciencia con un engaño solo creído por nosotros mismos. Así nunca nos culparemos de la irresponsabilidad o de la culpa, siempre estaremos excusados, siempre saldremos airosos.


Pero la vida, al igual que te da al menos dos oportunidades para cualquier cosa, te va dando golpecitos cuando no haces bien las cosas o huyes de su responsabilidad. Esos golpes son cada vez más fuertes hasta el punto en el que llegan a doler, a doler mucho. Ese dolor se llama culpa, esa que nunca quisiste asumir, esa que siempre estuvo ahí aunque no la quisieras ver, dejando siempre para mañana el ocuparte de los problemas más o menos grandes, de las decisiones que hay que tomar, gusten o no, de los pasos que hay que dar, cuesten mas o menos, ...

Si quieres darte cuenta hoy de que esto es así empieza a asumir responsabilidades y a dar pasos, de lo contrario debes saber que lo que no asumas hoy te estará esperando mañana o dentro de diez años, pero estará ahí, acechando a tu conciencia cuando no seas capaz ya de afrontar nada. Ahí estará.

Por eso, no culpes a nadie de tus errores, simplemente rectifica y subsana. Tus errores son tuyos y de nadie más así que empieza a asumir y a corregir, en absoluto es de perdedores, muy al contrario, es de sabios.

No vas a cambiar el mundo, pero tu vida depende de tus acciones.

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