La vida te da y la vida te quita
Nuestra sociedad, tan carente de amabilidad y generosidad como tan abundante de egoísmo e interés, camina siempre por el camino por el que menos daño reciba, sin jugarse nada, sin arriesgar, sabiéndose merecedora de obligaciones ajenas, de falsas jugadas ganadas o de errores a olvidar y no a corregir.
Nos vamos exponiendo a juicios tan innecesarios como inadmisibles, pero la gente es así de simple. Necesitan curar su dañada alma a costa de quien sea, da igual lo que hayas hecho, da igual como hayas sido, dan igual esos miles de buenos actos porque, cuando cometes uno malo a ojos de los demás, todo lo que hiciste se habrá olvidado. Serás señalado y sentenciado.
Nunca pensamos en los demás, siempre en nosotros. Analizamos las razones que pueden llevar a cualquier persona, la conozcamos o no, a tomar cualquier decisión en su vida, juzgándola y sentenciándola si la decisión que tomó no nos satisfizo. Nuestra vida, nuestras decisiones, en cambio, siguen yendo por esa senda llena de errores sin rectificar, porque es nuestra vida y ahí no se mete nadie. Pero seguiremos pendientes de los demás ...
Valoramos esos actos ajenos, entrando de lleno en buscar un porqué en esos actos de personas que haciendo un ejercicio de libertad tomaron determinadas decisiones que posiblemente no entendimos o no compartimos, pero ... ¿quiénes somos para enjuiciar y sobre todo para sentenciar?
Evidentemente pueden haber mil cosas que no nos gusten en los demás, pero la libertad trata precisamente de eso, de respetar todo aquello que, aunque nos cueste entender, son decisiones diferentes a nuestro criterio y ahí es donde debemos hacer ese ejercicio de comprensión y respeto.
Es muy sencillo, preocúpate solo de tu vida, deja que las demás personas vivan la suya. Si quieres aportar algo a alguien hazlo, sin esperar nada a cambio, pero nunca le exijas "deudas impagadas". ¿Cuándo tu vida fue un ejemplo para los demás?
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