El ocaso de un líder



En esta sociedad carente de líderes que nos convencieran acerca de los derechos, de los objetivos o de los fines sobre los que una persona necesita a otra capaz de convencerle para hacerlo aparecía hace ya algunos años la figura de Juan Manuel Sánchez Gordillo, líder comunista, alcalde de Marinaleda, pueblo sevillano cuyo máximo logro fue ocupar la finca El Humoso, propiedad del Duque del Infantado, aunque sólo de cara a la galería porque aquello no fue en realidad una ocupación, fue una compra por parte de la Junta de Andalucía para luego "cobrarle" el precio estipulado al ayuntamiento de Marinaleda.
Posiblemente nada es lo que parece en Marinaleda, eso sí, el marketing alrededor de él es mayúsculo. "Ocupación" de fincas a grandes terratenientes, viviendas de "autoconstruccíón", "obreros" del campo, "libertad" ... Todo es mentira, como la vida misma.
El falso líder Sánchez Gordillo arenga a sus incondicionales a "actuar" en contra del sistema, a intentar hacernos ver a la sociedad española lo que se ha de hacer frente a los tiempos en los que vivimos, que todo es de todos y que todo vale.

Yo personalmente creía que el alcalde de Marinaleda tenía algo distinto, que podía ser ese político capaz de mover masas, de conducir a un pueblo o de gobernar trabajando por la gente. Ayer me dí cuenta que todo era mentira.

Un líder merecedor de esa cualidad nunca animaría a sus seguidores a cometer delitos, a robar, a ocupar, a hacer ver a la gente que el fin justifica los medios, que esa utopía por la paz que el promueve nunca llegaría a buen fin con sus decisiones y actos, que la vida no es exactamente lo que él quiere que sea, que todo es mucho más difícil y que nadie puede estar por encima de nadie utilizando los métodos que él utiliza.
Nos guste o no, en esta sociedad vivimos, capaz de vivir épocas de gran desarrollo económico dónde absolutamente todo el mundo ganó dinero para lo que quiso y capaz de vivir épocas, como la actual, donde quien gastó mal lo que ganó lo está pagando.

La solidaridad de la gente está comprobada, en España existe esa cualidad, la sociedad ayuda en lo que puede y cuando puede, pero por la fuerza nada se consigue.
Si la forma de trabajar del alcalde de Marinaleda es robar no quiero imaginar como gobierna su pueblo.
Si la forma de alentar a los suyos es animándolos a que roben, mal camino llevan.
Si sus seguidores se dejan engatusar por sus palabras de otro político barato, peor camino seguirán.

Quítate el pañuelo de Arafat que no eres merecedor de llevarlo, dimite como revolucionario moderno porque eres otro politicucho con seguidores con poco nivel intelectual. Deja de gastar el dinero municipal en multas de ocupación y saqueos y vuelve a tu trabajo de profesor para enseñar qué es España, como son los españoles y que robar es un delito.

Los derechos son de todos los ciudadanos y no de quien al alcalde de Marinaleda le interese. No puede promover ciertas ideas para los suyos sin que los demás importen.
Con estos actos sólo conseguirán que sus delitos aumenten y sus seguidores disminuyan, el comunista supremo en España pasará a ser el comunista común que durante muchos años fue el alcalde de un pueblo sevillano llamado Marinaleda.



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