Sentido (y sensibilidad)

Vivimos en un mundo dominado por la falta de madurez, la falta de paciencia o la falta de empatía propia del ser humano.
Carecemos de todo aquello que nos podría diferenciar de los demás porque crecemos, como digo, en una sociedad vacía de razón, donde brilla por su ausencia las capacidades positivas de los que la componemos y no presumimos precisamente de estar dotados de adjetivos naturales de las personas, cada día más nos movemos cuales animales irracionales, siguiendo un instinto básico y dejándonos llevar por él.

Lo normal en nuestras vidas es actuar siguiendo unas rutinas tales como trabajar sin que te guste el trabajo, comer por comer en la mayoría de los casos, escuchar sin que nos importe lo que nos dicen, criticar al vecino, ..., en definitiva vivimos sin disfrutar porque no le damos el sentido adecuado a nuestra vida.

(unvinomas.wordpress.com/)

Darle sentido a nuestra vida es vivir con inteligencia, con la que tengas, teniendo conciencia de lo que sucede a nuestro alrededor, actuar sobre tu vida, amar y ser amado, disfrutar haciendo lo que te gusta, vivir felizmente en la abundancia o en la escasez, saber entender, ser pacientes y empáticos, ser agradecido y llegar a un punto en ella en el que, cuando menos, sentir que la vida es única, personal e instransferible y que todo el mundo no la puede vivir como una aventura con fin, bien porque no quieren, bien porque fracasan en el intento o bien porque simplemente, no le dan sentido a la misma y se dejan llevar por el paso de los días esperando que suceda algo a su alrededor que le haga reir, llorar o simplemente hablar, con o sin sentido. Unos viven la vida como un proyecto y otros viven un día, posiblemente mañana otro, y así sucesivamente sin saber dónde van o cómo ir.

La diferencia entre unos y otros en muchos casos es la sensibilidad, si, esa capacidad de algunas personas de entender la vida como algo más que una sensación, de dejarse llevar en muchos casos por aquellas percepciones que nos hacen emocionarnos, que no llorar, dándole a la vida algo más que un simple sentimiento vital, porque podemos sentir emociones al ver o hacer algo pero esas emociones no las producimos nosotros, nos la producen, cuando lo realmente bonita es que tú llegues a producirlas, en ti o en los demás.

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