Dormir sin sueño

La desmotivaciones personales forman un mar social de agua dulce que nos conduce hacia la nada, hacia un estado de vacíos personales encaminados a dejar pasar los días y que vayan llegando días festivos para estar en el sofá a la espera de hacer lo que más nos gusta, ..., nada.

Nuestro principal objetivo en la vida dejó de ser precisamente vivir (sobrevivir en muchos casos) para comenzar a pasear por la vida de una manera pasajera o acobardado, sin querer hacer las cosas bien, teniendo como único objetivo empezar el trayecto y terminarlo, terminarlo cuando sea, sin complicaciones, sin turbulencias, sin descarrilamientos, sin sueños.

Tener un sueño es vivir pensando que la vida puede ser maravillosa, que se puede disfrutar con una vida llena de complejidad, superando todos los obstáculos que durante ella van apareciendo, sin que ello signifique que existe un sufrimiento insalvable, infranqueable. Ese sufrimiento, una vez convertido en experiencia, nos hará fuertes y más capaces de afrontar la vida desde un punto de vista valiente, fuerte y heroico.


¿Por qué no soñar surcar las nubes en busca de conseguir esas realidades que deseamos obtener?

¿Deberíamos dejar de aportar? ¿Deberíamos dejar de soñar?
Evidentemente no deberíamos, pero, lamentablemente el mundo se encamina hacia un abismo social porque hemos dejado de aportar a la sociedad mejoras solidarias.

Hemos dejado de soñar (si es que alguna vez lo hicimos) para ser conservadores de vidas infructuosas, de vidas conformistas que sólo buscan un materialismo desmedido e interesado, vidas que morirán sin hacer ruido, vidas llenas de noches de descanso sin sueños, vidas llenas de días de luz sin soñar, vidas llenas de pesadillas de noche y de día.




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