Personas, papel y mentiras

Durante nuestra vida podemos presumir de ser seres de una o de otra manera, capaces de realizar aquello que queramos, sintiendo como nuestros los placeres o las desgracias de la propia vida, ganando años sin en muchos casos adquirir madurez, dirigiendo nuestros pasos hacia el camino que hemos elegido sin pensar en si es el correcto o no.

En nuestra vida podemos elegir cómo hacer las cosas, bien o mal, no hay otra. Podemos asumir el papel que nos corresponde o no, podemos dar la cara ante situaciones importantes o no, podemos darle la importancia a lo que la tiene o no, podemos ser ... o no.

Las personas cada vez somos menos personas, nos mostramos por medio de un mensaje de whatsapp o de facebook y queremos que se nos valore por ello, damos una felicitación o un pésame impersonal, sin cercanía, sin clase, sin cariño.


Como siempre vamos a lo fácil, a no complicarnos la vida, ni tú ni nadie posiblemente quiere coger el teléfono para llamar, no para enviar mensaje.
Ya digo, después nos gustaría que se nos valorase por haber enviado ese texto escrito, sin sentimiento, lleno de un valor emocional aunque vacío de emociones. La gente ha de dar la cara cuando una ocasión merezca la pena.
Evidentemente el valor se lo damos nosotros y después no nos podemos arrepentir de haber hecho una cosa u otra, de haber estado o de haber enviado, de haber sido o de haber querido ser.

Pero como la vida normalmente es muy larga da tiempo de todo, de ocupar el lugar que al final nos corresponde o de arrepentirnos cuando hicimos mal las cosas, el tiempo nos dará o nos quitará, nada será definitivo si su final no es concluso.

Tecnología o cercanía, mensaje o reunión, mentira o verdad, desempeñamos el papel que queremos para luego quejarnos de que nos salió mal por culpa de terceros.
La vida personal es la auténtica, la impersonal es de mentira, la que no da ni tan siquiera señales ... no se le ha de esperar. 

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