Miedo a la valentía

Durante nuestra vida hay mil momentos, momentos felices y tristes, momentos para recordar y para olvidar, momentos, muchos momentos ...
Esos momentos se viven de mil formas, con serenidad, con madurez, con valentía, o al contrario. Si actuamos con inmadurez siempre esperamos que haya alguien que nos haga vivir ese momento con la tranquilidad propia del que actuó bien sin que nosotros lo hayamos hecho. Ni fuimos serenos, ni maduros, pero el momento se solventó sin que sufriéramos demasiado.

Si no hay esfuerzo, si no hay vigor, si no hay decisión, no hay valentía. ¿Miedos? También habrá miles, pero no han de ser impedimento para no ser valientes.
El miedo, esa sensación de angustia por la presencia, hipotética en muchos casos, de algo que nos inquieta, que no nos deja estar tranquilos, lo puede sufrir cualquiera y en su superación, o simplemente en el intento de superarlo, está la valentía.


La valentía no quiere decir no tener miedo. La valentía entiende que, a pesar de los miedos que se tienen, hay que vivir determinadas situaciones con el esfuerzo y la decisión necesarios para actuar decididamente, para vivir dignamente.
Entonces hemos de entender que miedosos somos todos, pero valientes no. El miedo a dar ese paso hacia adelante es lo que diferencia a las personas. El miedo a no darlo se convierte en excusas para permanecer inmóviles en una situación de paso al frente.

Por lo tanto el miedoso que no hace frente al miedo no tiene una excusa por su miedo, sí una desgracia por su cobardía. Las excusas son para los perdedores y los cobardes, aquellos que creen que utilizando un pretexto para eludir una más que posible obligación, están libres de responsabilidades.

"Aprendí que el coraje no es la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él. El hombre valiente no es aquel que no siente miedo, sino el que conquista ese miedo". Nelson Mandela

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