Sobrevivir

Muchos de nosotros vivimos situaciones, momentos más o menos largos, en los que nuestra vida parece un infierno. Crecemos en hogares desestructurados, vivimos relaciones tormentosas, nos dejamos caer en vicios insalvables, aguantamos lo inaguantable ... y todo por nada.
En esos momentos no valoramos nuestra vida, nos limitamos a seguir malviviendo de esa forma, dándonos todo igual porque una parte de nuestro cerebro entiende que ese es nuestro camino. Y, evidentemente, se equivoca.

Y se equivoca porque con la madurez (si nos llega) nos daremos cuenta que no era el camino, que la felicidad va por otro lado, que sostener una vida inútil conlleva a una incapacidad de incluso no saber quiénes somos realmente.
Posiblemente una huida nunca estuvo tan justificada. Abandonar esa vida que nunca quisimos tener y en la que nos vemos envueltos será evitar el éxito de lo injustificado, porque nunca una mala vida tendrá una excusa coherente, porque nunca una persona libre debe estar cautiva en la incoherencia.

Esas excusas absurdas que exculpan a personas que se criaron en familias desestructuradas simbolizan el fracaso al que estamos acostumbrados. Con ese alegato nos libramos de toda culpa cuando en realidad hemos de huir de ese peso que no nos deja avanzar.
Adaptarnos y sufrir una relación destructiva creyendo que todo puede superarse no es más que otra excusa, falta de sensatez, falta de valentía, falta de personalidad. Escuchamos demasiadas veces a personas que se quejan que vivieron una relación tormentosa y son capaces de vivir otra igual.
Los vicios, al igual que determinadas relaciones personales, se apoderan de quienes, sin experiencia y sin desarrollo, se dejan llevar por aquello que les hace ir por donde ellos no son capaces de ir.


Prueba el silencio, te ayudará a saber quién eres y quiénes son los demás. La calma te dirá por dónde ir y con quiénes, la paz te confirmará tus aciertos y la cordura será tuya para siempre.

Se presentarán oportunidades para subir a barcos y una vez arriba, si no se disfruta, hay que saber bajar, comprendiendo que no todo es como parecía ser, que nos prometieron un viaje feliz y ese viaje se convirtió en una constante angustia acompañada del temor propio de quien no se ve capaz.
Y cuando seamos capaces encontraremos ese barco del que nunca bajar, ese viaje que desearemos que sea interminable, esa senda infinita y a esa persona que nos guiará por ella.

Por lo tanto, para mi, sobrevivir es básicamente vivir superando todas las adversidades que cada uno se va encontrando por el camino, aprendiendo cómo pasar los baches y entendiendo que hay que ser fuertes para esquivarlos cuando vuelvan a aparecer, porque volverán a aparecer, seguro.

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