Malos Padres y Peores Hijos

El camino a ninguna parte que ha cogido la mayoría de la sociedad nos lleva a preguntarnos por qué no sabemos por dónde ir, por qué actuamos de esta forma tan egoísta o por qué no debemos nada a nadie y sí que pueden debernos a nosotros.

Nos creemos merecedores de vivir una vida y que nos molesten lo menos posible. Queremos que nos cuiden, pero no queremos cuidar, queremos que nos amen pero no sabemos (ni queremos) amar, queremos ser o estar pero nos da pereza, queremos que cuenten con nosotros pero nunca estamos.
Así, creemos que estamos viviendo la parte bonita de la vida, que seremos muy felices y que somos privilegiados por ello. Todo lo contrario, cogimos ese camino que no lleva a ningún sitio y que, cuando te des cuenta muy tarde, ya no tendrá vuelta atrás, aunque lo intentes.
Quizás no nos demos cuenta pero somos malas personas cuando alguien con quien nos tocó vivir íntima y saludablemente necesita de nosotros y no vamos. Nuestros padres, nuestros hijos, nuestra pareja ..., huimos de las responsabilidades que suponen el haber nacido, en condiciones normales, en una familia normal y corriente.
Siempre y cuando entendamos que somos responsables de cuidar de nuestros padres, básicamente porque ellos cuidaron de nosotros, hemos de estar. 


Lo de nuestros hijos va más allá. Hemos de estar siempre. Escucho excusas diariamente sobre las obligaciones que tienen los padres con los hijos y cualquier excusa, aparte de ser un pretexto para eludir una obligación, nos indica el nivel de bajeza moral de una persona. Estoy de acuerdo en que somos incapaces de pensar en las consecuencias que puede tener echar un polvo en determinadas situaciones. Una de ellas es tener un hijo y el efecto que va a tener en ti es de por vida. 
No vale con decir el amor que se le tiene a un hijo, hay que demostrarlo. Y no vale absolutamente ninguna excusa.

¿Realmente nos creemos por encima de todo? Hay mil momentos durante nuestra vida en que podemos elegir estar o no, hay mil llamadas que podemos no coger, pero fijaros, hay unas pocas situaciones, muy pocas, en las que hay que estar (y a nadie le gusta), pero ya digo, son pocas, si las comparamos con los días en los que puedes hacer lo que quieras, entre ellas el no estar.
Pero hay que estar, hay que responder a esa llamada con un "voy", con un "aquí estoy" para demostrar agradecimiento, para corresponder a quienes demostraron querernos y enseñar a quienes han de querernos. La vida es muy larga comparada con esos días o momentos. La vida que quieras vivir, recibiendo el cariño de aquellos a los que puedas llamar padres y dándole el mismo a quien puedas llamar hijos.

Y el amor sólo tiene una forma ...

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