La Madurez Inmadura
Cada día que pasa nos encontramos con situaciones que nos hacen tener sensaciones que a su vez nos hacen preguntarnos: ¿soy tonto o el mundo va mal?
Yo sólo puedo responder de mí mismo y aunque sea el más fiel amigo de mi mejor amigo nunca podré responder por sus actos. Por el contrario, sí apoyaré en todo momento a quien se lo haya merecido con el paso de los años, aportando lealtad digna de las personas que saben valorar lo que otros han hecho por ti, valorando el "simple" y complicado aporte de amistad sincera. Y, evidentemente, es lo que quiero con el paso de los años, que esas personas que han significado algo para ti, te demuestren en algún momento el valor que le dan a las personas.
Pero aparece un problema social cada vez más acuciante, la inmadurez de las personas. Normalmente la madurez es la edad en la que una persona ha alcanzado su plenitud vital y aún no le ha llegado la vejez, por lo tanto, ha aprendido de la vida, de sus experiencias lo que se debe hacer y lo que no, lo que se ha de decir y cuándo hay que decirlo y principalmente cuándo hay que callar.
Por todo esto, no porque cumplamos años y lleguemos a ser padres, por ejemplo, significará que somos maduros, que podemos decir y hacer, que cuando hablemos alguien nos oirá y nos hará caso.
En mi opinión, el tiempo que nos toca vivir es el tiempo de la madurez inmadura, en el que en nuestra sociedad abundan las personas que han podido alcanzar su plenitud vital por su edad pero que podría reiniciarse y empezar a vivir de nuevo, y seguramente lo haría de otra forma, quizás tomándose más tiempo para tomar ese montón de decisiones que tomó en su anterior vida y que no salieron bien por tomarlas quizás demasiado rápido, callando cuando en su otra vida habló y se equivocó, tomando esta vez el camino correcto y eligiendo a las personas adecuadas para rodearse en la vida y ¿por qué? porque todo lo hacemos demasiado rápido, sin pararnos a pensar, sin medir, sin elegir lo que es bueno o no para cada uno, casi siempre vamos hacia adelante sin saber si el camino está cortado y no se puede dar la vuelta, sin pensar en las consecuencias, sin, en definitiva, utilizar lo más preciado que tiene un ser humano y que nos diferencia de los animales, la razón.
Así que, mírate y analízate ... sin egos y sin envidias: ¿la madurez existe realmente en tu cerebro?
"Será que me habré hecho mayor, que algo nuevo ha tocado este botón para que Peter se largue ..."
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