Aquellos Maravillosos años (III)
La infancia de una persona es posiblemente la mejor etapa de su vida sobre todo porque la mayoría de lo que se hace en esa etapa es bonito y lo que te queda después es alegría, más aún cuando la has disfrutado en el Patio, ese Patio en el que se podía leer en un cartel "SE PROHÍBE JUGAR AL FÚTBOL. LA PROPIEDAD" y al que ninguno le hacíamos caso y no porque fuésemos niños malos, no, es porque lo que queríamos era disfrutar y pasarlo bien.
Fútbol, baloncesto sin aro y con placas de VPO, baseball, brilé, tenis, salto machuca, latiguichi, el muerto, el clavo, el trompo, ..., juegos sólo interrumpidos por los chillidos de algún que otro vecino (entiéndase Pepe) que así mismo tenían una caducidad de cinco minutos.
Esa intensidad infantil de antes, ahora jugamos, ahora nos peleamos, ahora llamo a mi madre, ahora te vas a enterar, ahora jugamos otra vez, ahora hacemos una cabaña, a pelear otra vez, ahora somos pistoleros, ..., ha hecho que hayamos pasado posiblemente el día que todos los niños del Patio queríamos tener, el día más feliz de este año cuando menos, con las ausencias más que notables de los que ya no están y con el anhelo de que esto se repita con más "niños" y "niñas", sin ausencias injustificadas, sin distancias insalvables y que las reuniones no se produzcan sólo por causas mayores y, aunque cueste un poco de trabajo, el fin justifica los medios.
Pensad que nadie sobra, al contrario, mientras más mejor porque cada uno de nosotros tiene una anécdota que contar, los que vivimos nuestra infancia principalmente en los 80, los que la vivieron en los 70 y demás. El sábado disfrutamos como lo que éramos en el Patio, como niños y conseguimos lo que cualquiera quiere vivir en su vida por lo menos una vez al año y no es otra cosa que pasar un día inolvidable, lleno de risas y alegrías y alejados de malos rollos, escuchando a unos y otros comentar esas anécdotas en muchos casos absurdas pero llenas de sentimientos y felicidad.
Me encantó volver al Patio, me encantó veros a todos sonrientes y felices disfrutando como los niños que fuímos y que llevamos dentro.
Eze, Salvori, que nos acordamos mucho de vosotros y el sábado también lo hicimos pero era un día para reirnos y supongo que lo entenderéis, cabeza no os faltaba.
La llave de la próxima la tiene el Gordo pero no puede sacarla del Mercedes (descapotable) pero no tardará en hacerlo.
El Patio fue diferente, no sé si podemos juntar entre los doce patieros que estuvimos el sábado dos o tres carreras universitarias, pero ahí estamos, entre los doce había séis o siete autónomos, dos casi iguales, uno que sale en la tele, un artista del escaparatismo y hasta un monologuista y un encanto generalizado pero personalizado en "la niña de la nocilla" como dice el Gordo.
En fin, lo bueno si breve dos veces bueno aunque espero que no tardemos otros veintitantos años en hacer otra porque mereció, y muchísimo, la pena.
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