Vivir (a la fuerza) entre personas
Y creer que, incluso, algunas de esas personas pueden ser nuestros amigos.
No nos engañemos, vivir en sociedad implica muchas cosas, más aún cuando eres medianamente inteligente y tu querer ser se pierde entre tanta hipocresía y egocentrismo del que quiere, simplemente, estar.
Quieres ser generoso con los demás y lo que te encuentras de la mayoría de ellos es egoísmo puro y, por desgracia, duro.
No quieres tener que decir la verdad para no herir sensibilidades (inexistentes por otro lado).
Quieres ser bondadoso con los demás, quieres ofrecer, quieres sentir, quieres querer ... para darte cuenta de que todo es en vano, nadie le dará el auténtico valor, nadie pensará en por qué lo hiciste, nadie pensará en ti.
El que quiere realmente ser auténtico se da a sí mismo el valor que merece e igualmente acaba dándole a cada uno el valor merecido por cada uno. Es así y es una pena llegar a la conclusión de que el valor que cada uno merece es, cuando más, algo barato, algo insípido, algo insignificante. La gente es vana, la gente es barata, muestran su lado más "comercial" cuando no valen ni para una oferta, muestran su lado más "educado" cuando no saben ni dar una excusa, muestran su lado más "altruista" cuando todo lo hacen por algo, nada es gratis.
Vivimos en sociedad y socialmente podemos tener un millón de amigos, o más bien de "amigos" para andar por esta sociedad dándonos cuenta de que vamos restando continuamente a esas personas llamadas "amigos" y no amigos para al final quedarnos con dos o tres amigos, los leales, los auténticos, los fieles.
Ahora llámame tonto, pero no tengo en recibir pan a cambio, la vida debería ser otra cosa.
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