Ocupar el lugar adecuado (II)

Nuestra sociedad está compuesta mayoritariamente por seres humanos que, humanidad aparte, llenan de vacío con valores vanos las capacidades culturales y educacionales para que la misma aporte a sus individuos motivos para entender que la vida en sociedad es necesaria y saludable.
Mi mundo se centra en comprobar que esas capacidades o esos valores sociales escasean porque cada uno de los individuos sociales se preocupa en ocupar un lugar que no es el suyo, un lugar en el que poder parecer más erudito, más culto, más educado o más ilustrado cuando en realidad su intelecto global debería ocupar ese lugar tan temido por muchos, la nada. 
No ser nadie es la gran preocupación de la gente anónima que por su anonimato debería entender que si quiere ser alguien debería intentar serlo, pero nunca intentar parecerlo.

Parecer esa persona que en realidad no existe es la preocupación de los individuos sociales. Apariencias propias de un cuento en el que escritor y protagonista son la misma persona. Una persona irreconocible por sus amigos (si es que realmente los tuviere), una persona que en la vida social es de una manera totalmente diferente a su vida individual, a su vida casera. Muestra un lado humano, un lado altruista, un lado cooperante, unos lados que no puedo llamar "sus lados" porque son los lados que mostramos de puertas para afuera. Y, ¿cuáles somos? ¿Los de fuera o los de dentro?

Queremos estar siempre en lo más alto y que los demás entiendan que ese es nuestro sitio, no otro. Queremos ser a quienes se le den las gracias, a quienes inviten a un evento, los primeros en recibir una llamada o un mensaje, ..,, pero los últimos en en que nos pidan ayuda, eso no nos gusta. Queremos que la gente colabore pero nosotros no, queremos que la gente se preste pero nosotros ... estamos ocupados, no tenemos tiempo.


Y no es el sitio que queremos ocupar, es el que nos corresponde.

Nuestro ego sólo quiere estar arriba, y más. Queremos estar siempre en el sitio del novio o de la novia, queremos que en el banco nos atienda el director, porque yo soy yo, queremos ser encargado en nuestro trabajo, queremos parecer ... o no queremos ser descubiertos.

Pues de personas así está llena la sociedad, una sociedad aparente, una sociedad, la moderna, en la que sus propios individuos pueden crear sociedades unipersonales subjetivamente necesarias para la vida en comunidad.

España cada día anda peor, perdió el camino hace tiempo pero, en contra de enderezarlo, sigue deambulando como personas sin alma, sin corazón o sin capacidad a la espera, supongo, de que alguien me descubra, me quite la careta, y me ponga donde me merezco. Y con España todos y cada uno de esos seres llamados humanos que sólo piensan en ellos y que protestan en voz alta cuando calificándolos a ellos, son los signos inequívocos de que no hacemos las cosas bien y, el que más protesta, más debe callar.

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