Lo mejor de lo mejor

El alto ego dominante en nuestra sociedad es la causa más común de desfallecimiento de la misma.
Todo lo relativo a nuestro ser es lo mejor, primero yo, después mis discípulos y después, quizás, el mundo. No entendemos, por aquello de no prestarle atención, que hay más gente componiendo la sociedad, gente capaz e incapaz, gente buena y mala, gente y más gente.
Todo aquel que nos lleve la contraria (aunque tenga razón) es estúpido y mala persona, en el momento que pueda tirarlo por los suelos lo haré, le haré ver que primero estoy yo y luego el mundo, que mis hijos estarán por encima del bien o el mal, que la protección desmesurada que tengo sobre mis hijos les llevará a ser posiblemente seres despreciables dentro de algún tiempo pero eso me da igual porque serán como yo, carentes de virtudes que les hagan ser buenas personas, carentes de la capacidad de distinguir entre lo correcto y lo incorrecto, carentes de ser llamados algún día leal y coherente.

Nunca damos la razón a lo que en nuestra contra se vuelve, si hacemos algo mal y alguien nos alecciona, veremos a esa persona como otra imbécil que se cree que puede corregirme, a la insensatez en persona, a la maldad humana. O estás conmigo o contra mi, no hay escala.


El mundo está lleno de insensatos que se creen tan listos que el planeta sin ellos no sobreviviría. Políticos, empresarios, deportistas, amigos o familiares, en cualquier lado existe ese ser despreciable que algún día creíste y quisiste, interesado sólo en su persona, aislado de los problemas de los demás, viviendo en realidad su interminable condena que no es otra que vivir siendo como es.

Muchas veces eres cómplice de lo absurdo, de ser seguidor de este tipo de personas egocéntricas, de no llevarle nunca la contraria (así está su ego) y de reír sus gracias (cuando hacen reír).

Los sueños están para intentar conseguirlos, las pesadillas para despertar.

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