Seguir un camino (o no)
¿Por qué seguir por un camino sin estar seguro si es el correcto?
Hay dos tipos de personas en función de dónde quieren llegar: el que camina sin saber dónde va y el que camina sabiendo dónde quiere llegar.
En la vida van apareciendo situaciones, llamémosles "caminos" en las que hay que elegir qué dirección tomar.
Esos "caminos" no están llenos de paz y amor, habrá en muchos momentos que salirse del mismo para coger aquello que nos haga falta para continuar por el mismo.
Hay situaciones tipo, es decir, momentos de la vida en los que parece que hay que actuar forzosamente de una u otra manera, según sea lo "normal". Si alguien nos es desleal o infiel, parece ser que hay que agachar la cabeza y llorar, además de pedirle que reconsidere su postura. Si por el lado contrario, hemos sido desleales o infieles, parece que tenemos que huir del mundo en el que vivimos porque hemos hecho algo merecedor de cárcel y sin tener que reconsiderar la postura previamente meditada.
Pues ni un camino ni el otro. Ni el desleal o el infiel ha de sentirse "avergonzado" de lo que hizo ni al que le han fallado ha de llorar y maldecirse.
Aunque pueda parecer una tontería, la forma más compleja de vida entre dos personas es el amor, tan fácil para los carentes de él y tan difícil de mantener cuando se tiene. Quizás sea lo único que echar de menos cuando no se tiene.
Yo diría que más de la mitad de las parejas de este mundo creen sentir amor el uno por el otro cuando en realidad tienen un sentimiento más propio del materialismo que del amor propiamente dicho.
Las consecuencias de una u otra forma de vivir simplemente hay que esperar a que lleguen, porque llegarán. Quiero decir, no nos podemos poner a llorar cuando hemos sido incapaces de mantener el amor de otra persona hacia nosotros y sí podemos preguntarnos por qué se fue. La respuesta es muy sencilla: no amábamos realmente a esa persona. Creíamos que la amábamos, pero no hemos conocido el amor realmente con ella. Se le parecía, pero no existía.
El amor no es dejar ir ni dejar venir, el amor no es dejar hacer ni deshacer, el amor no es permitir todo o nada, el amor no es sexo o ausencia del mismo, el amor si lo hay, no se rompe, no se termina, no se gasta de usarlo. El amor es comprobar que se produce aquello que esperas.
Seguir un camino correcto es una sensación, esa que cuando la vives te sientes feliz, te sientes ilusionado de ir por donde vas, te sientes con ganas, sientes ...
Que el camino sea corto o largo da igual, nos tiene que dar igual, mientras se disfrute no importa la distancia recorrida, importa la felicidad experimentada. Como todos los buenos caminos se hará corto.
Esa sensación de bienestar o felicidad no se tiene siempre, depende del camino que elijamos y es sumamente difícil acertar, más aun cuando, creyendo que hemos acertado durante mucho tiempo, nos damos cuenta que fue mentira, que no era el camino correcto, que se acabó y nos dejó un sinsabor propio de la ausencia de amor, paz y felicidad. El fallo fue nuestro en creer que era cuando no lo era. Independientemente del sufrimiento por la finalización de un camino, queriendo culpar al mundo de nuestros errores, lo que se nos presenta es una nueva oportunidad de buscar el amor, ese que creíamos tener pero que en realidad no estaba, con la experiencia de haber vivido algo que nos sirva de aprendizaje en el próximo camino, un camino con un mismo destino: el amor.
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