Llegó la Hora
Llegó la hora, llámese la hora de la verdad, la hora en la que no hay otro camino, la hora H o la hora de no mirar atrás. Si no te ha llegado, te llegará ... que te des cuenta o no de que te ha llegado es otra cosa.
Llega un momento de nuestra vida en el que tenemos que hacer frente a nuestra propia personalidad en un momento dado. Te preguntarás ¿qué hago? Y mil respuestas: ¿voy? ¿me quedo? ¿Hablo? ¿Callo? Que hagas una cosa u otra no significa ir en contra de tus principios, de tu voluntad, simplemente es hacer lo que tu conciencia te dicte aunque parezca que puedas ser cobarde, aunque suponga ir en la dirección opuesta a los demás, incluso, en la tuya propia.
Jamás un acto de personalidad y buena conciencia fue unirte a una causa que siempre consideraste injusta. El vago de intelecto, el perdedor, utiliza cualquier excusa para no dar un paso hacia adelante que demuestre que puede valer más que cualquier otro. No, no damos ese paso y nos conformamos, como mucho, con ser igual que los demás.
Nos queremos parecer a los demás en su pobreza personal. Nos parecemos en que, al igual que ellos, no damos ese paso tan diferenciador. Pueden aparecer infinidad de cualidades comunes en el ser humano social actual tales como conformismo, que hará que si tu no quieres ... yo tampoco, antipatía, que hará que si tu no quieres ... yo menos, egoísmo, que hará que si tú no quieres ... yo hace tiempo que no quería, ...
La diferencia principal en muchos de estos casos es que yo sí que puedo hacer muchas cosas, pero ¿quiero hacerlas?
Los demás no hacen ... ¿justifica eso que yo tampoco haga?
Se trata de ser individual o ser como los demás. A menudo hablo de lo mal que lo hace la gente para después yo hacer lo mismo. ¿Los motivos? Los mismos que ellos.
Mostrar tu personalidad cuando la situación lo requiera no es más que demostrar qué tipo de persona eres. Nada fue nunca un impedimento para dejar de hacer algo: la timidez, el sonrojarse, el sudar mucho, el tartamudear, ... ya digo, si se quiere, no hay ningún obstáculo que no se pueda vencer.
Por lo tanto, tienes dos opciones: o ser como los demás o ser tú mismo. No depende de nadie, sólo de ti. Puedes quejarte o dejar de hacerlo. Puedes ir ... o quedarte aquí. Puedes fingir o puedes ser tú.
Hay personas que, ni con dos vidas, aprenden qué es realmente la vida.
Por lo tanto, tienes dos opciones: o ser como los demás o ser tú mismo. No depende de nadie, sólo de ti. Puedes quejarte o dejar de hacerlo. Puedes ir ... o quedarte aquí. Puedes fingir o puedes ser tú.
Hay personas que, ni con dos vidas, aprenden qué es realmente la vida.
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