La estable inestabilidad
No hay duda alguna de que somos conformistas por naturaleza. Si a ello le sumamos nuestra cobardía para dar pasos hacia adelante de forma independiente podemos llegar a la conclusión de que nos gusta una estabilidad relativa.
Nos quejamos por todo, de si nos duele aquí o allí, del calor, del frío, de la economía mundial y doméstica, de la suerte de los demás y de nuestras desgracias absurdas, en fin, nos quejamos de la vida en general. Pero nos gusta movernos en esa inestable estabilidad.
Me gustaría vivir sin mis quejas, sin mis agobios, pero sin mis problemas, mi vida no sería mi vida. Nuestras quejas aparecen por el desánimo y la cobardía de no pretender una vida mejor. Cuando vemos a alguien que en mayor o menor medida triunfa en cualquier aspecto de la vida nace en nosotros nuestro derrotismo que se convertirá en habitual para toda la vida ayudado por una pereza tal que ningún intento de mejora vital conseguirá la victoria.
Nuestra inestabilidad personal hace que dominemos todos nuestros frentes abiertos aun sabiendo que ninguno nos hará realmente felices. Pero claro, esa dominación sobre nuestra vida no es plena, quiero decir, no es al cien por cien. Nuestro dominio es hacer lo justo para que, doliéndonos la cabeza, no nos duela tanto que no nos deje vivir relativamente alegres (que no felices).
Podemos ahogarnos en un vaso de agua pero somos capaces de sacar la cabeza de cien vasos cada día, sacamos la cabeza de un vaso para hundirnos en otro, y en otro, ...
Normalmente la inestabilidad se debe a la dificultad a la hora de enfrentarnos a la cotidianidad diaria. Parece ser que nos gustan esos "problemillas" que diariamente aparecen en nuestras vidas por no zanjar cualquiera de esos días ese "problemilla".
Los problemillas, agobios si los dejamos para mañana y una estupidez si los zanjamos hoy, hacen que no podamos tener una sensatez propia de personas inteligentes y maduras. Sabemos lo que determinadas cuestiones vitales suponen para nosotros y aun así no le hacemos frente con suficiente conocimiento y experiencia.
Los hijos, para los abuelos, la compra del súper, la limpieza, con ayuda externa, hacer de comer, ¿qué hago?, el trabajo, eso sí, me aísla de todo lo demás y es una excusa perfecta, aparte me hace falta el dinero, ..., ¿la felicidad? ¿quién me ayuda a conseguirla? Los demás, supongo.
En fin, si lo quiero todo, sé lo que tengo que hacer, en caso contrario, no he de quejarme de no conseguir lo que quiero. Si el mundo es superior a mi, simplemente he de reconocerlo y unirme a él como una parte no fundamental del mismo. No puedo pretender la estabilidad cuando claramente no hago nada por conseguirla. Mis agobios nunca me darán sensatez y madurez.
Y ¿dónde voy yo? ¡Con estos pelos!
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