Llegar hasta el final
¿Dónde está el final de cada uno? ¿Cuándo hay que dejar de ser?
La vida se nos otorga normalmente por amor y la escasez de este hace que ella deje de tener sentido. Cuantas más vueltas le des a tus desgracias más te darás cuenta de tu sinsentido continuo.
Absolutamente todo el mundo tiene la vida que ha querido tener, acomodándose en la felicidad o lejos de ella, adquiriendo constantemente conocimientos o creyéndose que todo lo sabe, administrando cada segundo de su vida o viviendo demasiado deprisa. Todo vale, todo puede ser digno, pero ¿y si quieres cambiar tu rumbo? ¿Quién te lo impide?
Si algo nos merecemos en nuestras vidas es poder cambiarla si algo de ella no nos gusta. Vale, nos acostumbramos tanto a nuestra constante rutina que incluso para tomar decisiones nos volvimos aburridos y vagos. Ahí dejamos de ser, ahí nos conformamos, ahí dejamos de luchar para tener un futuro mejor o simplemente para no dejar de buscar la felicidad, esa felicidad que tanto ansiamos tener.
¿Y si morimos mañana? Efectivamente ya no sentiremos, pero nos fuimos con la dejadez de estar huyendo de los problemas que nos podía dar la posibilidad de cambiar nuestro destino. Cuando cambiamos el sentido de nuestras vidas nos arriesgamos a mucho, porque algo perderemos, posiblemente algo ganemos, pero es seguro que algo perderemos.
Pero supera todos esos miedos que te impiden dar un paso, entiende que quien te quiera no te hará sufrir, las demás personas no importan. Se trata de vivir los años de tu vida sean los que sean, no de llegar a viejo sin haber vivido. Evidentemente el crecimiento personal de cada uno es opcional, podemos o no.
No se trata de arrepentirnos, se trata de cambiar. Hay quien quiere que el tiempo pase y, por no tener problemas, dejar de buscar, dejar de ser, dejar de ... vivir. Hay quien quiere lo contrario, dejemos que sea y que viva.
La belleza no hace feliz al que la posee, sino a quien puede amarla y adorarla.
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