Saber aprender y saber enseñar
Hoy en día nos creemos, por norma general, los más listos. Eso sí, no solemos demostrarlo, pero da igual, nosotros sabemos que somos los más listos. Pero claro, si comparamos el ser listo al ser inteligente, no sé, ahí ya no demostramos tanto. Si comparamos el adjetivo con astuto y hábil, quizás. En cuanto a la comparativa de la definición con "estar preparado", la mayoría no lo está para lo que importa. Así que, básicamente, la mayoría de nosotros no somos útiles para una vida coherente e inteligente, eso sí, somos maestros de muchas cosas (o eso creemos).
A partir de aquí, podemos entender que para enseñar, primero, hay que aprender y visto lo visto no es fácil, porque no estamos dispuestos a instruirnos, a formarnos o a educarnos, ¿por qué? porque nosotros ya lo sabemos todo, lo de aprender será para los demás, nosotros nacimos con ese don.
Creyéndonos los más listos (o si no, de los más listos) nos va de pena y no avanzamos en nuestro camino. Siempre somos los mismos, capitanes sin ejército, jefes ausentes u obreros con tendencias empresariales de éxito que nunca se llevan a cabo. Y nos equivocamos, nos equivocamos cuando creímos saber más que los demás y nunca lo demostramos, nos equivocamos cuando creyéndonos superiores, no ayudamos al que necesitaba de nosotros, nos equivocamos cuando hablamos.
Nunca tenemos esa disposición para saber que más allá de nosotros hay vida, hay humildad, hay gente buena, hay un mundo que necesita a un determinado tipo de personas entre las cuales no estamos, porque no queremos y el mundo así no nos quiere.
Somos padres casi por inercia y eso se nota a la hora de educar, de enseñar valores a quienes tienen que aprenderlos. Como somos padres casi forzosos tenemos a lo más un par de hijos (por norma general) y ya con uno nos sobra, imaginaros dos. Y, ya digo, pasamos de ellos (por norma general) y se los damos a los abuelos, que ya cubrieron ese cupo de enseñanza con nosotros y parece ser que no les sirvió de nada. Y lo que hacemos es hablar y hablar, presumir y presumir de lo que no somos.
Y para aprender, lo principal, es tener disposición. Y da igual la edad que tengas. ¿Crees que con cincuenta, por ejemplo, ya lo has aprendido todo? Según como seas, según tu disposición, nunca dejarás de aprender.
¿Enseñamos, o al menos lo intentamos, según nuestras experiencias personales o no? Quiero decir que si, por ejemplo, fracasamos en los estudios universitarios, ¿enseñamos a los demás que los estudios universitarios no sirven para nada? Si nuestra timidez o nuestra arrogancia nos impide decir "buenos días" ¿enseñamos que no hace falta saludar a los demás por las mañanas?
Nuestro ejemplo, si bueno, servirá a quienes hemos de aleccionar siempre y cuando sea un ejemplo a seguir o seamos capaces de reconocer que no es un ejemplo a seguir por lo que señalaremos que ese no es el camino, si no el que no fuimos capaces de tomar. La disposición lo es todo y a la hora de aprender o de enseñar, más aún.
Nunca lo sabremos todo, nunca.
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