Vivir aprendiendo

Durante la vida de las personas nos pasan infinidad de experiencias que nos hacen, para posteriores experiencias similares, aprender de lo sucedido. ¿O no?

Somos lo que quieras tú y no lo que queramos nosotros, seguimos siendo aquella persona barata, insípida que un día pecó de ser despreciable y tras unas cuantas experiencias para haber aprendido sigue siendo aquello por lo que no gustó y de lo que nunca aprendió.

La memoria de las personas en algunos casos parece que se resetea y vuelven a revivir aquellas experiencias, vuelven a tener aquella forma de actuar, vuelven a ser lo que eran antes y suspenden en esa asignatura de aprendizaje durante la vida. 

Cuántas veces hemos dicho "esto no me pasa más ..." o "a partir de ahora actuaré de otra manera ..." para después comprobar que al final somos como somos y ni la pérdida de un ser querido nos hace cambiar para el resto de nuestra vida, cambiamos un tiempo, corto espacio de tiempo, pero al final somos lo que somos y ni aunque vivamos treinta vidas aprendemos cómo se ha de hacer o cómo hay que ser.


La vida no se hizo para los descerebrados o para los inertes, la vida se hizo para vivir, para vivir aprendiendo cada día que pasa, de tus experiencias o de las de los demás, admitiendo nuestros fallos y corregir o rectificarlos y esperar a que la vida te vaya devolviendo esos esfuerzos que haces por entenderla.

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