El Principio del Fin

O el fin de los principios.

Conocido por todos nosotros, el que lo quiere ver y el que no lo quiere ver, que en nuestra vacía sociedad hace tiempo que los principios, los verdaderos principios, están en peligro de extinción.

Nos vendemos por nada, cambiamos de bando por interés personal, desertamos por placer o señalamos y culpamos a nuestro mejor amigo.
Podría ser que nuestro principio básico, aquel por el que somos conocidos, no sirva para mantener el mundo tal y como debería ser. ¿Cómo debería ser? Único, un paraíso acogedor donde todos los humanos emanemos humanidad pero, por desgracia, cada se parece menos nuestro mundo a un sitio ideal para vivir en sociedad.


Mentimos mostrando nuestro lado falso, aquel que suponemos que le gusta a la gente para envidiar después el materialismo que nos enseñan. Nuestra envidia no nos deja vivir en paz y la sociedad lo acusa.
Mentimos mostrando nuestro ego, el yo tengo más o el yo soy mejor, individualizamos a la sociedad con nuestro ego para después necesitar algo de ella, aunque sea para que lleven nuestro féretro hasta nuestro descanso definitivo.
Mentimos mostrando solidaridad, mentimos al echar alimentos en la recogida de éstos. Echamos por la gente nos ve porque recogen alimentos en el supermercado. No ayudamos pero queremos que nos ayuden, no sembramos pero queremos recoger.

Por lo tanto, ¿de qué principio presumimos? ¿Somos leales? ¿Somos solidarios? ¿Somos amigos de nuestros amigos? ¿Somos algo?

Apariencias aparte, no valemos para nada. Con nuestros principios se está escribiendo el fin, el fin de una era envidiosa y egocéntrica donde nadie hizo nada por los demás.

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