La Capacidad de Sacrificio

Vivimos en una sociedad en la que predomina por encima de todo la envidia y el egoísmo y en la que está en alarmante peligro de extinción el favorecer al prójimo renunciando a los propios intereses.
¿Quién es el prójimo? Cada caso, cada persona tendrá el suyo. 
Solemos conformarnos con dar lo justo para que nos sobre, para que el cansancio no haga mella en nosotros. Lo justo es lo suficiente, lo que haga ponernos una medalla, lo justo es no buscar un sobresaliente, nunca lo fue.

¿Se puede pedir más? Por supuesto, entendiendo que cada caso es diferente, darlo todo y en todo lugar obedece a esa condición personal del ser abnegado.
La renuncia a embellecerse en apariencias por un día, sólo por un día, no la quiere hacer todo el mundo.

El altruismo, la generosidad de un individuo ha de esperar a que una ocasión requiera de su uso, de su uso verdadero y sincero, ayudado por la solemnidad del acto, espantando la informalidad y premiando el prójimo por algo que hizo, dijo o fue y que se te quedó grabado en la memoria para siempre, mereciendo el respeto y el sacrificio más absoluto para esa persona.


El sacrificio ha de tenerlo una persona implicada, que sienta lo que ocurre, que posea el don de querer hacer las cosas (y hacerlas), que vea siempre con los ojos con los que los demás puedan ver las cosas, entendiendo que las situaciones no se eligen, que la vida representa el hacer de las personas y que el destino, quizás, la recompensa por lo que hicieron.

Superar esa barrera mental que supone el hacer frente a esos posibles miedos que cada uno de nosotros tenemos implica ni más ni menos ofrecer una generosidad desmesurada para renunciar a ti en favor de ese algo o alguien que merece esa abdicación.

Evidentemente la mayoría, la inmensa mayoría de las personas elegirían una corona de un trono a una corona de espinas. La capacidad de sacrificio va directamente relacionada con el egoísmo, con el ansia de cada uno de nosotros de mostrar nuestros logros materiales que de mostrar nuestros éxitos personales conseguidos por medio del desprendimiento del ego en favor del sacrificio honrado.
Está claro, no habrá éxito sin sacrificio, ni sacrificio sin humildad y madurez. Habrá libertad por tanto para aquellas personas que se sacrifiquen con sus ideas, otras, sin embargo, estarán sujetas a su ego.

Ama a la vida y a los demás según se ganen tu amor, pero nunca los odies, no sirve absolutamente para nada. Quien conoce el amor, conoce el sacrificio.

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