Ganarse el respeto

En algún momento de nuestra vida nos toca discutir, negociar o tratar, llámese como se quiera, con personas que parten de la base de que el enfrentamiento personal y la imposición son las mejores opciones para un debate.
La forma de ganarse el respeto de los demás representa las diferentes formas de ser de cada persona. Hay quien intenta ganarse el respeto ajeno a fuerza de imponerlo a los demás, mostrando así su falta de carisma ante una eventual necesidad de convertirse en grata persona que solucione una situación difícil.
Otras personas dialogan, incluso discutiendo, pero sin imponer sus razones por encima de las razones de los demás. Estas personas que entienden que los demás tengan sus puntos de vista y que los defiendan. Hacerles ver a los demás que la defensa de sus opiniones puede no ser del todo correcta y convencer a estas que la razón no está de su lado es una tarea gratificante cuando se consigue hablando y sin imposiciones. Todo depende de tu capacidad de convencer y de la disposición del otro al razonamiento. Pero ante todo, el respeto impera en la negociación o en la discusión.


Cuando pides y no das, cuando reclamas y no ofreces, cuando quieres que los demás estén y tú no estás no te ganas el respeto de la gente. Uno no puede querer tener sin dar, uno no puede necesitar a las personas cuando no estás si te necesitan. En este caso, sin diálogo y sin imposiciones, la persona que sólo protesta y huye de las explicaciones se representa a sí misma como el desánimo de quien da y se da cuenta que sólo el egoísmo, nuevamente, actuó por su cuenta.

Porque el respeto no se compra hay que ir por la vida de una manera clara y seria, actuando responsablemente para que cuando el respeto te pregunte qué hace o hacia a dónde va lo tengas muy claro, siempre estará de tu lado, porque oíste, porque respetaste, porque estuviste y porque conseguiste tener el respeto de los demás. Ahora, si sigues actuando de la misma forma, nunca lo perderás, aunque venga alguien que a base de sinrazones quiera que le beses los pies.

Y no hay que ir ni por encima de nadie ni por debajo, ni fingiendo ser lo que no eres, es, como la propia vida, muy simple, únicamente has de ir respetando para ganarte el respeto.

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