Oír el silencio

Si nos paramos un momentos a analizar cualquier situación de nuestra vida nos daremos cuenta que casi todo el tiempo estamos escuchando tonterías. Vivimos momentos surrealistas propios de un mundo intrascendente escuchando las cosas que la mayoría de la gente tiene que decir. Oímos a nuestros padres, a nuestra pareja, a nuestros hijos, al jefe, al vecino, a la familia, a unos, a otros, ...
Constantemente estamos retirando credibilidad de las palabras del ser humano porque no contribuyen a armonizar, a motivar, a creer, a confiar ... los comentarios de la gente absurda hieren al mundo sensato y coherente. ¿Quién nos ayuda a seguir firme en el camino?
Cuando las voces no ayudan a crecer en cualquier aspecto de nuestra vida hemos de oír al silencio porque estaremos escuchando nuestro interior, nuestra conciencia que nunca nos dirá el camino incorrecto.


El silencio ha de disfrutarse y te ayudará a sentir, a pensar, a valorar, a meditar, a entender quién eres y quiénes son los demás. Oyendo el silencio encontraremos las respuestas a todo aquello que queremos saber y nadie nos responde porque sólo tú serás quien mejor te guíe, sólo tú te crearás la necesidad de ser quien debes ser, sólo tú serás capaz de cumplir con tus obligaciones.

Al contrario de lo que podamos pensar, el silencio no es un vacío, son momentos llenos de pensamientos, de reflexiones, de instantes en los que quien quiera recapacitar lo haga libremente, sin mensajes externos, sin órdenes impuestas. Porque las conversaciones, a veces, se vuelven inverosímiles, hemos de crear momentos llenos de pensamientos destinados a entender que el camino escogido es el correcto, que entrar en determinadas guerras es absurdo, que el mundo no gira en torno a nosotros o que tenemos la facultad de razonar para algo más que para decir tonterías.


Podemos, con un silencio, comunicar miles de sensaciones. Podemos expresar desde respeto hasta disconformidad. Cuando escuchamos que nos dicen aspectos de nuestra persona que son objetivamente ciertos no podemos intentar con diferentes sonidos negar la evidencia. Es así y lo que debes hacer, lo mejor, es callarte (y oírte).

Escucha y haz caso, el silencio te habla más que las voces, la paz viene de él y te ayudará a crecer. Oye ... y piensa.

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