Un lugar donde estar

Durante nuestra vida vamos eligiendo posiciones, más o menos privilegiadas, en las que estar, más aún, cuando hay que posicionarse ante un acontecimiento.
Podemos permanecer en un lugar ganador, alejado de quejas inútiles de perdedores, reivindicando el buen hacer por encima de todo, entendiendo y aceptando que se cometen fallos pero siempre buscando un rendimiento personal que ayude a crecer individualmente. Estos fallos nunca serán una excusa para liberarnos de algo, no, serán un aliciente para aprender y no cometerlos más.
Mantenerse en este lugar no significa que haya que ganar siempre y por encima de todo, se trata de querer hacer las cosas de una forma, buscando un objetivo concreto, acariciando la sencillez y respetando a la complejidad, siempre dentro de un pragmatismo propio del ser humano normal.
Estar aquí significa observar desde todos los puntos posibles, desde arriba, desde abajo o desde cualquier punto donde la objetividad sea palpable. Situarse en un lugar ganador no implica falta de humildad, no implica falta de educación ni prepotencia, significa elegir, y elegir bien. Elegir bien no significa no equivocarnos, significa pensar antes de hacer. Equivocarnos no significa dejar de hacer, renunciar a seguir haciendo cosas de la mejor manera posible, equivocarnos significa seguir avanzando.


Si nos asentamos en el lado del perdedor dice mucho de nosotros. Podemos decir que sería lo contrario de situarse en el lado ganador, pero no es sólo eso, porque podemos renunciar al placer de hacer o querer hacer las cosas bien, muy bien, podemos renunciar incluso a hacer, bien o mal, pero no podemos renunciar a ser la persona que alguien algún día espera que seamos y, desde el lado perdedor, nunca lo seremos.
El perdedor, ante la duda de si al menos intentar una lucha, siempre encuentra una excusa que le haga librarse del intento. El perdedor quizás piense y, tras ello, desiste. El vencido, el derrotado por cualquier acontecimiento realmente no piensa en los demás, sólo permanece buscando y argumentando excusas que le liberen de vivir con mayor o menor complejidad.

El otro lugar que queda es no ser nada, que aun es peor. En este lugar seremos ganadores que se conformaron con perder o perdedores que nunca intentaron ganar, lo cual, ni ganadores ni perdedores, no es absolutamente nada.
Estar protegidos de perturbaciones o tener siempre un paraguas en la mano no nos librará de mojarnos en las tormentas significa renunciar a sentir, a entender, lamentándonos de no tener una vida mejor y arrepintiéndonos de no haberlo intentado.

Mañana será otro día ... y nunca es tarde.

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