La Sencillez de la Vida

Casi todo es más fácil de lo que piensas pero nos empeñamos en hacerlo todo difícil, desde que nacemos hasta que morimos.
Pero nos obstinamos en forzar situaciones que hagan que nuestra vida no sea un camino de rosas. Y ya digo, todo es más sencillo de lo que parece. Pero claro, tenemos problemas, tenemos vicios adquiridos, tenemos muchos defectos que hacen que posiblemente no sepamos convivir, no queramos amar o no digamos la verdad, y todo cuenta para que nuestro camino empiece a estar embarrado y a llenarse de baches.
Porque en la mayoría de los casos basta con ser honesto y decir la verdad, aportar en la convivencia, amar y contribuir para facilitar la vida, la tuya y las de los demás. Pero no.

Porque la vida requiere actitud, querer hacer y estar, tener paciencia, amar, sobretodo amar, comprender, decir la verdad y demostrar. Todo ser humano debería tener la disposición saludable de querer ayudar, de querer enseñar, de querer trabajar, de querer ser una persona que valga la pena en los momentos en los que los demás nos demuestran que ellos no valen la pena.
Y cuando hablo de amar, no confundiros, no hablo de amar a una persona, que también, hablo de amar en general, amar lo que haces, amar con quien lo haces, amar a cualquier persona o cosa, amar.

Hacemos difícil lo fácil, pensamos mal sin tener motivos, huimos sin tener que hacerlo, permanecemos cuando hay que huir, callamos cuando hay que hablar, hablamos cuando hay que callar, y esos no son los caminos.
Porque constantemente buscamos excusas que nos salven de toda culpa cuando realmente la culpa es nuestra, porque creemos que dando una excusa y hablando el último tendremos razón, porque nunca una excusa empezó por "es que ...".
Y es que no sabemos decir hasta aquí, no pensamos, nos dejamos llevar por la furia o la ira, no sabemos dejar de hablar, no sabemos decir "hasta aquí", no sabemos decir no.


Siempre queremos tener las espaldas cubiertas, porque el miedo, cualquier tipo de miedo, no nos deja decir o hacer lo que queramos, estar donde queramos o irnos cuando queramos. Si nos callamos es por miedo a decir la verdad, porque vaya a doler a alguien o porque se vuelva en nuestra contra. Si vamos o no vamos a un sitio dependerá de quién vaya o no vaya y si esas personas nos gustan o no. Y todo es mucho más sencillo.
Nunca nuestra independencia, nuestra libertad, dependerá del materialismo, nunca el dinero deberá ocupar un lugar tan importante en nuestra vida que no nos deje ser felices, que no nos deje ser libres, que no nos deje en paz.

Porque los problemas absurdos que cada día nos cuentan, han de solucionarlos los que los cuentan y, por tanto, que dejen de contarlo. Ya sabemos que cuando los problemas tienen solución, no son un problema, y, cuando no la tienen, ¿para qué preocuparnos? Todo es más sencillo.
Una deslealtad, determinadas muertes, la falta de salud, ..., esos son verdaderos problemas, no reconocerlos sí es un problema, no actuar contra ellos, más aún.
Sólo controlaremos nuestra vida, nada más, creer que podemos incidir de alguna manera en la vida de los demás es tener futuros problemas, además de quitarles libertad e independencia a esas otras personas, de las que quizás pensemos que les hace falta nuestra injerencia para que sus vidas sean mejores, y no. Para ello hemos de entender que cada cuál vivirá a su manera, tendrá sus fobias, sus deseos, sus miedos y sus simpatías, y sólo nos queda respetarlo u odiarlo, en cuyo caso tendremos que coger un camino diferente y no complicar la vida, ni la nuestra ni la de esa otra persona. Porque cuando no podemos cambiar las cosas es mejor dejarlas como están.

Ya digo, saber cuándo hablar y cuándo callar, cuándo estar y cuándo no, si ir o no, cuándo volver, cuándo te toca dar un paso adelante y cuándo no, cuándo dar la cara por alguien y cuándo no, 
Saber que respetar es lo más sencillo que hay, respetar los gustos, los miedos, las formas de ser, saber que la gente es como es.

Y claro, para ser sencillos hay que ser inteligentes, para ser inteligentes hay que ser buenas personas, y para ser buenas personas hay que ser humildes, así que empieza por darle la importancia a lo que la tiene, y a lo que no, entiende que no vale la pena.

Y, por supuesto, dar la razón a quien la tenga, sin miedos de defender a quien deba ser defendido, sin miedos de escuchar las voces que te alejan de la verdad, sin miedos.

Comentarios

Entradas populares