Qué poco cuesta ser uno más ...

En términos generales la sociedad busca no complicarse en exceso el existir cada día con supuestas banalidades que hacen que incluso ir al baño cueste algún trabajo.
La sociedad actual se mueve precisamente sin que sus movimientos se noten demasiado a la hora de mostrar un acto de ignorancia, de expresar un sentimiento o de un requerimiento de esfuerzo hacia los demás o peor aún, hacia nosotros mismos.

Situaciones tan cotidianas para una persona como opinar fuera del ámbito familiar sin el temor a equivocarse, educar a los hijos en todos los aspectos, ayudar a los demás, tener tu propia forma de ver las cosas y al mismo tiempo tu propia forma de ser y de hablar, aplicarte una filosofía válida y costosa para sentirte distinto a todo aquel que opina que para qué va a opinar si no va a aportar nada, sentirte distinto a los que miran hacia donde todos miran o a los que duermen ocho horas porque es lo que hay que dormir. Uno tiene que buscar su sitio, por debajo o por encima de un coeficiente intelectual medio, para que otros digan cositas buenas de ti, de tu forma de hacer y de decir, de tu persona.


Hay infinidad de adjetivos con los que calificar a una persona, pero, principalmente deberíamos utilizar el de personal, cada persona debe serlo, como los carnets, personal e intransferible. Que el ADN que cada uno llevamos nos sirva para demostrar que no somos como todo el mundo, que tenemos nuestra opinión en este mundo tan conformista y que todos no somos iguales, así nos serviríamos unos de otros para complementarnos y decidir por nosotros mismos con la ayuda de los demás.

Perdónalos, porque no saben lo que hacen

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