La Falsa Neutralidad

Si hablamos de política o de fútbol normalmente nos inclinamos hacia una opción, la más válida o querida por nosotros y aun sabiendo que puede no ser la correcta, la defendemos como si de la vida de un ser querido se tratase.
Nos creemos imparciales dentro de un mundo falsamente neutral, porque nadie es lo que parece y lo que parece ser al final no es.
Por desgracia en nuestro mundo lo que manda, por encima de todo y de todos, es el dinero.

Creer que el mundo cambiará, que el fútbol nos dará sólo alegrías y que la política algún día mirará por el ser humano es creer que moriremos hartos de vida.
Normalmente, cuando nos toca decantarnos por algo o alguien utilizamos diferentes frases, la mayoría frases hechas, para eximirnos de cualquier postura que pueda molestar a alguien. Decimos aquello de "yo no quiero saber nada", "a mi que me dejen", "los dos tienen razón" o "llegué tarde". Siempre tendremos una posición de favorecer a un lado interiormente, pero para el exterior mostramos nuestra lado más correcto que no es otro que el de no quedar mal con nadie.
Y de manera evidente nosotros no perdemos, y nos da igual que pierda esa persona a la que dejamos de defender porque nuestra postura fue la de favorecernos a nosotros y colocarnos en el lado del quieto, del sedentario callado e inmóvil.


En nuestra vida podemos optar millones de veces por dar la razón a quien la tiene o no hacer nada y mantenernos en la neutralidad absoluta por nuestro bien. Está claro que es una postura correcta y en principio no te dolerá nada adoptándola pero dependiendo de qué persona seas esa posición de indiferencia algún día se volverá en tu contra porque necesitarás que alguien te apoye, que alguien defienda tu razón y te verás como una persona sola, nadie estará a tu lado.

Y no te vas a molestar ni tan siquiera en valorar las razones de cada persona para adoptar una postura concreta. Te guiarás, como siempre, por quien te cae mejor o por quien menos dolores de cabeza te produzca. Esos criterios que aplicas para tomar decisiones cuando de alzar la voz o de apoyar a alguien se refiere desaparecen en el momento en el que puedan ocasionarte algún daño, por muy leve que sea.

Elegir siempre el gris es la elección más fácil. Tornarse al negro o al blanco puede ser arriesgado.
Quizás, cuando apuestas por alguien significa tener que llorar en ocasiones. En otras significará tener que reír, a carcajadas. Cuando tu postura es la neutralidad imparcial ni reirás ni llorarás, en tu cara habrá siempre una mueca que no se sabe qué quiere decir, si ríes o si estás a punto de llorar.

Implícate, al menos, cuando alguien merezca la pena.

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