La Sinrazón del Impostor

¿Qué es lo que diferencia a las personas? ¿La bondad? ¿La maldad? ¿Ser de una u otra manera? ¿Parecer ser? ¿La envidia? ¿El egoísmo? ¿La belleza interior o exterior? ¿La personalidad?
La personalidad de las personas, ese conjunto de características y diferencias individuales que nos distinguen entre nosotros, nos lleva a mostrarnos ante los demás como realmente somos y no como nos gustaría que supieran que somos. Es decir, mi verdadero yo sale a la luz antes o después, pero al final, quien quiera, acaba sabiendo cómo soy.
Evidentemente el que es de una forma de ser concreta no puede evitar dejar de serlo por lo que, como digo, su verdadero yo aflora cuando la ocasión lo requiera: hacer frente a problemas o esconderse de ellos, defender tus intereses a toda costa o retirarte, decir la verdad o mentir, arropar o huir, ser o parecer ser, ser auténtico o ser falso.
Todo es demostrable y verificable, simplemente mira quién actuó cuando la ocasión lo requirió, quién te ha mentido alguna vez, quién ha sido siempre sincero contigo, quién no estuvo y quién sí, ..., quién es y quién no es.
Sencillamente analiza y deduce. No se trata de que le des la razón a uno o a otro, según seas así lo harás, se trata de que reconozcas la razón y la sinrazón. Hay lógica en personas llenas de sinrazón y es que la culpa siempre es del mundo, que puede ser, pero lo normal es que cuando el mundo mira hacia un lado y sólo tú hacia el otro, el equivocado eres tú y no el mundo.
El impostor intenta hacer ver lo que a él le conviene, renegando de sus palabras si hiciera falta y poniendo en boca de otro sus falsas defensas por su ego desmesurado. Finge y engaña, defiende su mentira como si de una verdad se tratase y evidentemente hay quien le cree porque suele estar rodeado de mentecatos que alaban su farsa.
El impostor atribuye una verdad o una mentira a alguien según le convenga. Su exposición a un juicio le hace decir lo que sea con tal de salir airoso, no le importa a quien pueda hacer daño, el malo es el mundo y no él.


Que una persona haga unos comentarios en voz alta, muy alta, pareciendo que la razón está de su lado indiscutiblemente no implica que necesariamente la tenga. Es decir, puedo defender una mentira de una manera tan convincente que parezca que digo la verdad.
Hay personas que cuando le descubren su mentira agachan la cabeza buscando un cobijo que les haga recuperar su autoestima e intentar caminar por la vida de una manera más seria de lo que lo ha hecho. Hay otras que incluso defienden su error renegando de él. Un "donde dije digo digo diego", un "yo no he hecho eso" y huyo hacia adelante, la culpa será de otro.

A la buena persona y a la mala persona la evidenciarán sus hechos, sus acciones y sus relaciones con las otras personas, familiares, amigos y desconocidos.
Una persona puede llevarse mal con alguien, está en su derecho, o puede llevarse mal con mucha gente, sí, también tiene derecho, pero va indicando un camino que no es el correcto.

Los gritos no dan la razón, más bien la ahuyentan. Las personas hemos de defendernos con algo más que voces, para eso (supuestamente) tenemos sesera, para razonar y encontrar razones (si las hubiere), si razonamos y no encontramos razones ... hay que chillar.

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