Mil contra uno ...

Desde que la razón entró a formar parte de la raza humana también apareció, al mismo tiempo, la irreflexión.
La falta de reflexión nos sitúa en la cola de la especie humana. Nunca algo tan simple nos distingue dentro de la deshumanización del ser humano.

El sacrificio por los demás dejó de existir. Ahora nos centramos en nosotros, en calcular hasta qué punto podemos hacer algo por los demás sin que llegue a ser una molestia para nosotros. En el momento que nos situamos por encima de la ofrenda, nos situamos donde nos corresponde.
No se trata de una bondad infinita, carente de una pizca de coherencia. Se trata de saber sufrir por quien valga la pena. No se trata de no hacerlo por quien no valga la pena.
La prudencia ha de existir siempre en nuestra mente. El sentido común igualmente ha de estar presente en cada una de nuestras acciones. Valorar a quien aporta no significa darle la llave del cielo pero se le puede permitir un desliz.


Esa persona que sembró, esa persona que estuvo a tu lado, que amó, que fue cuando otros no fueron, que dio ese paso que otros no se atrevían a dar, que cogió el teléfono, que permaneció, ..., esa persona que mil veces acertó con sus decisiones merece la indulgencia de sus posibles errores.
Lo normal, por desgracia, es agradecer las mil atenciones que con nosotros tienen y reprochar esa desatención que una vez pudieron tener. No por mucho sembrar te asegurarás una buena cosecha.
Cuando, supuestamente tras razonar, le damos el mismo valor a mil actos buenos y a un posible error, evidenciamos nuestra falta de sensatez, nuestra falta de empatía, nuestra falta de razón.

Posiblemente abusamos de las bondades de los demás cuando las tienen. Por el contrario, cuando no las tienen les recriminamos su falta de implicación, su falta de generosidad, como si estuvieran obligados a estar al servicio de esa persona que creyó que lo merecía todo.
No se trata de agradecer eternamente, se trata de entender por qué agradecer. Se trata de reflexionar, valorar y ... agradecer (o no).

El cielo azul no dejará de ser bonito porque haya una tormenta con rayos, el prado volverá a ser verde tras una sequía, ..., la vida, reparada, volverá a ser bella.

Es como hacer leña de ese árbol que durante años sombra te dio y que un rayo partió.
Así es la vida.

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