Entender por quién

Un día entendí que las buenas personas han de ser felices independientemente de que les toque sufrir por cualquier motivo. Entendí también que el karma existe y que creer en el dinero es un vicio diabólico.
¿Qué hice? Pues me puse a intentar la consecución de que esa o esas buenas personas fuesen felices el mayor número de días posible. No pido nada a cambio, el karma, quizás, me dará lo que me merezco (si es que me merezco algo).
No se trata de renunciar a mi felicidad por la búsqueda de la felicidad de alguien. Para mi consiste en ser feliz haciendo feliz a alguien que lo merece. El egoísmo o la envidia nunca estarán en la casa de la felicidad. La pereza también huyo del lado de la felicidad. Nunca alguien que quiso hacer algo de verdad, dejó de hacerlo, nunca un no le bastó a alguien valiente.

¿Cómo lo hice? Sin esperar la ayuda de nadie y menos aún la del dinero. Conseguir la felicidad no depende de tener más o menos dinero. Incluso sin tenerlo se puede ser muy feliz, sólo hay que buscarlo. Para buscar la felicidad sólo necesito mi capacidad, mi fuerza o simplemente las ganas de querer hacer feliz a aquella persona que lo merezca, entendiendo que las excusas no caben cuando lo que se busca es la satisfacción en la vida, el sentirse vivo, el amar o los intentos por conseguir ese estado de ánimo del que disfruta del entendimiento del deseo vital.


Todo tiene un sentido, una orientación dirigida hacia algo. Sólo la reflexión, la meditación, nos servirá para darle ese sentido a todo o un todo al sentido, porque todo tiene un porqué.
Ya he dicho que vivimos dejándonos llevar por la inercia del sinsentido, porque si absurdo es comer en exceso, más absurdo es no comer, porque tememos a la muerte y con ese temor se nos va la vida sin darnos cuenta.
Constantemente nos paramos a analizar determinadas conductas de las personas que nos rodean, mostrando nuestro lado más frívolo y olvidándonos de reflexionar sobre quién es cada persona. Hablamos del comentario absurdo que hizo una persona, de la ropa que llevaba, de que se coló en la cola del mercado, de cómo se habrá comprado el coche que tiene, de cómo se peina, de cuánto dinero tendrá ... Pero sin darnos cuenta, estamos mostrando nuestro verdadero yo, ese que prejuzga sin conocer, que comenta por lo que oyó, que vive pendiente de los demás, que antepone cualquier acción o comentario ajeno al entendimiento de qué es la vida. ¿Esa conducta, la de estar pendientes de los demás, me da felicidad?

No hay que entender a los demás ni tan siquiera tratar de hacerlo. Hemos de entendernos a nosotros mismos y llegar a conclusiones: por qué, cómo, cuándo y sobre todo por quién. Cuando se entienden estás preguntas desde un punto de vista solidario hay que estar preparado para lograrlo todo, llorando mil veces, de alegría o de necesidad, para coger fuerzas que me animen a seguir disfrutando de la vida.

¿Qué hice por las malas personas? Fui haciendo cada vez menos, desentendiéndome de ellas pues no merecen ni los "buenos días" aunque se los de. La vida, sin esas personas, es más bonita. A estas malas personas nunca les desearé algo malo, como digo, el karma muy probablemente se encargará de darle a cada uno un destino, seguramente el que se haya ganado.

¿Por quién vives? Y, ¿cómo te va la vida? ¿Llegarás al final del camino con una satisfacción plena? 


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