Amar a un ángel caído

En la vida se nos van apareciendo problemas que hemos de ir solucionando con la mejor de nuestras versiones pero cuando no podemos hacerlo y nuestra mente se bloquea ante la ausencia de un acto capaz de solventarlo agradecemos la aparición de alguien que nos ayude con nuestros problemas.
Nuestros problemas pueden tener mil caras, mil formas, mil excusas y mil diferencias, de ahí que quizás no todos podamos resolverlos. ¿Qué hacemos? ¿Nos apenamos o agobiamos? ¿Buscamos ayuda?

Nuestro ángel tendrá cuerpo y mente de persona, de persona humana, de esas que están cuando se les necesita sin que necesariamente tengas que pedirle que esté. Él, normalmente, aparece.
Ese dios que no existe y en el que todos creemos nos envía esos seres celestes sin alas capaces de hacerte sentir que las malas rachas tendrán su fin, aprendiendo que esos malos momentos tuvieron un porqué y que nada fue casual.


Ese ángel caído a nuestro lado para ayudarnos muchísimas veces nos sugiere, nos propone, nos invita a aprender que la vida efectivamente puede ser maravillosa, que implicarnos en ella nos dará experiencia y sabiduría, que no tenemos que ser llamados para ir sino ir cuando no nos llaman y entendemos que nuestra obligación moral es hacer algo y no mirar qué pasa. Aprender de esa persona que podría ser nuestro ángel nos hará mejores, nos hará expertos, nos llenará de valores.

Darnos cuenta que nuestro ángel ha llegado supondrá para el resto de nuestra vida un aporte de felicidad, de entender que las formas que un día creímos cuadriculadas pueden tener forma de corazón, saber que la razón de ser, de existir y de permanecer no sólo depende de nosotros, dependen o pueden depender de ese ángel que un día tuvimos a nuestro lado, que ese día duró tres horas o tres millones de horas pero para nosotros fue un día, un día que nunca quisimos que terminara, el mejor día de nuestra vida.
No darnos cuenta de que nuestro ángel está ahí y en consecuencia no valorarlo supondrá el mayor de nuestros fracasos personales.

No le busques las alas a tu ángel, no le busques el oportunismo, no le busques la palabrería, Tu ángel vino sólo, sin ayuda de nadie, porque él lo quiso así. Tampoco lo maltrates, no se lo merece.

Cuando ames a ese ángel que un día se presentó en tu vida, sin pedirte nada a cambio, sólo buscando el hacerte pasar un buen rato, un día de tres mil horas, un momento que recordarás quizás como el mejor de tu vida, amarás a la vida, reconocerás la sencillez y la dificultad de la misma, vivirás y probablemente te convertirás algún día en ángel para otra persona.

Ese ángel vino, y como vino se fue o se irá, aprovéchalo, no te pedirá nada a cambio, quizás te pedirá bondad y amabilidad, dáselas, no te cuesta nada.

Si no eres capaz de encontrar la luz en la oscuridad necesitas ese ángel ... cree en él.

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