Un paso al frente

Cómplices de la vida social, vivimos, por decirlo de alguna manera, al amparo de lo que la propia sociedad nos dicta: ahora por aquí, ahora elige, habla, calla, trabaja, descansa, ...
Vivimos sin extraer de nuestro cerebro aquello para lo que la naturaleza le dio valor: razonar.

En condiciones normales el ser humano da un paso atrás ante cualquier posible adversidad. Exactamente, ante la mínima posibilidad de que algo pueda ser adverso, damos un paso atrás, huimos de la sensación de miedo o dolor para que nuestro cerebro descanse y la vida no se nos complique lo más ínfimo. La presunta valentía de cada uno de nosotros huye de forma veloz ante cualquier revés personal. No levantamos la voz (que no dar voces sin sentido) cuando hay que hacerlo, no decimos basta cuando nos cuesta seguir, no paramos cuando estamos agotados. Básicamente, no escuchamos al mundo.

Disfrutamos diariamente con placeres que la vida ha puesto en nuestro camino: comer, nuestro apetito puede más que nosotros, hacer deporte y las endorfinas lo celebran, amando se paraliza el mundo, ..., pero ¿y el razonamiento? ¿y llegar a conclusiones razonadas? Es verdad, eso da pereza y no placer. Eso supondrá tener que enfrentarnos a otros seres defendiendo la razón en la que hemos concluido con nuestro pensar. ¿Lo dejo como está? ¿doy un paso al frente?


Imagínate sólo, en posesión de la razón madurada y desprotegido contra la sinrazón de uno o muchos. Imagínate sin apoyos, de nadie, de los que esperabas algo cuando en realidad dicen "no sé nada" o "no quiero saber nada".
El dejar los problemas atrás, sin resolución, no hace más que aparcar los dolores de cabeza procedentes de esas contrariedades que, evidentemente, volverán a hacer presencia porque no se solucionaron y tendremos nuevamente ese problema que dejamos aparcado.

Solemos valernos de los demás para solucionar nuestros problemas: vamos al médico por un dolor, al banco por dinero, esperamos al inem por un trabajo, ... O podemos utilizar a los demás por esos problemas: nos quejamos de dolores sin ir al médico, pedimos dinero a un familiar o amigo o ni siquiera buscamos trabajo (aunque nos quejemos de no tenerlo).
Así pues, nuestra obligación siempre es dar un paso al frente. Dejarnos de excusas insensatas para coger las riendas de nuestra vida y no utilizar a nadie para sentirnos realizados. Quien nos quiere nos ayudará, de eso no hay duda, pero nunca podremos hacer que nos quieran obligatoriamente, tendremos que ganarnos ese cariño, tendremos que dar siempre un paso al frente.

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