Un espejo donde mirarse

A menudo las personas solemos recorrer la senda que otros han dejado, otros que triunfaron en mayor o en menor medida en algún aspecto de su vida, adoptando la postura de copiar sin ser descubiertos.

Pero en realidad copiar no está mal, no va a ser una persona peor porque copie algo de alguien (si copia lo bueno, claro). Evidentemente, copiará algo bueno, algún aspecto de otra persona que admira y que quiere adoptarlo como suyo, y ya digo, ni mucho menos está mal, al contrario. Incluso a los más grandes de diferentes ámbitos los han acusado de plagio.
Ese modelo digno de estudio e imitación ha de ser nuestra meta personal aunque no la hayamos inventado nosotros, incluso cuando nos creamos que no nos hace falta imitar o copiar a alguien. Siempre podremos sacar detalles de infinidad de personas que nos ayuden a ser mejores.

Podemos copiar el saludo, cómo contestar al teléfono, el vestir, el peinado, las ganas de hacer las cosas bien, el intentar ser mejores, ser altruista, ser heavy, ser humilde, ser rockero, ... pero sobre todo hemos de copiar virtudes, para ser esa persona que queremos ser.

Las personas solemos equivocarnos en creer que todo lo que hacemos está bien y que, en caso de copiar, la gente lo hará de nosotros y nunca nosotros de ellos.
Normalmente nos dedicamos en envidiar las virtudes de los demás cuando una persona inteligente ha de ir escogiendo lo mejor de los otros para mejorar nuestro ser en toda su amplitud.
No tenemos por qué ser creadores, no tenemos por qué ser inventores, ni crear tendencias, ... ni tampoco carecer de todo. Una vez creamos que somos la persona que queremos ser hemos de ir mejorando con detalles, con muchos o con pocos, con los que haga falta y si no lo poseemos pues lo copiamos. Para empezar a escoger detalles de los demás para hacerlos nuestros hemos de saber nuestras carencias, que seguro no son pocas.


Copiar no debe significar ser lo que no eres, has de ser tú y rellenarte de lo mejor que vas encontrando por tu camino. No se trata de copiar un vestido, por ejemplo, ni un coche, no. Se trata de copiar para mejorar como persona, mirar ese espejo donde siempre te has mirado y suspirar conseguir tus metas.
Así conseguirás probablemente ser un espejo donde los demás se mirarán y prorrogar ese acopio de cualidades personales en los demás.

No tiene por que ser el espejo ese instrumento donde mirarnos para presumir de algo y carecer de mucho. No debe ser ese reflejo de nuestro ego para decir ¡cuánto valgo! Te puedes preguntar a solas delante del espejo, ¿qué soy? ¿A dónde voy? ¿Voy bien?

Casi todo está inventado, desde un simple disfraz hasta el egoísmo más puro, por eso hemos de ir seleccionando virtudes e intentar a ser esa persona completa que siempre hemos querido ser, esa persona de la que los demás hablen de manera positiva, no lo contrario.

El problema es creer que el espejo somos nosotros y que la gente nos debe copiar. La vanidad no se copia, se tiene, las ganas de querer ser sí caben en cualquier persona.

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